La España “vaciada” o, si lo prefieren, ese mundo rural que se está quedando despoblado y olvidado de recursos por parte de los gobernantes, es un fenómeno que no sólo sufre nuestro país sino toda Europa. Lo podemos comprobar con Una veterinaria en la Borgoña, una entrañable película familiar francesa, en la que su directora, la joven Julie Manoukian, reivindica el papel imprescindible en el campo de los veterinarios, al igual que hace unos años nos mostró la de los médicos rurales Tomas Lilti, en su película Un doctor en la campiña.

En el corazón de la Borgoña, Nico va a convertirse en el último veterinario de la zona, tras anunciar su retiro Michel, su compañero y mentor. La situación es complicada para Nico, porque se trata de un trabajo de muchas horas que hace prácticamente imposible la conciliación familiar.  No obstante, Michel le anuncia que ha encontrado una sustituta en la joven Alexandra, una recién graduada  que pasó los veranos de su infancia en la zona. El problema es que ella, que quiere dedicarse a la investigación, desconoce esas intenciones y regresa al pueblo engañada.

Comedia amable, llena de personajes reales que se meten “en el corazón”. Julie Manoukian, hasta ahora guionista, debuta como directora con sensibilidad en un film que recuerda la importancia de las vivencias infantiles para la formación de la personalidad de cualquier ser humano. En ella describe muy bien la relación de los ganaderos con sus animales, que no solo se resume en  que son  su sustento económico. Sin olvidar que el largometraje lanza una tácita crítica a los jóvenes actuales, con poca mentalidad de servicio a los demás, que les hace optar por trabajos menos sacrificados y en la ciudad, donde hay horarios más estables y más medios técnicos para atender a los pacientes.

La  joven Noémie Schmidt se involucró totalmente en su personaje, tanto es así que además de demostrar que no temía acercarse a ningún animal, como era preceptivo en su personaje, porta casi todo el metraje en su hombro una singular mascota: una rata gris auténtica de considerable tamaño.

En la película se hace una crítica muy sútil a la desconfianza que algunas gentes del campo, de cierta edad, tienen hacia las mujeres que ejercen carreras profesionales, pero nunca hace demasiada “sangre” con el asunto, y se queda en lo anecdótico.

Para: los que les gusten las películas agradables y les agraden los animales, porque salen unos cuantos