Insisto: algo muy raro está pasando si Alfonso Guerra se convierte en la voz del sentido común. Vientos de locura recorren la piel de toro y la demencia alcanza cotas impensables en Moncloa.

Porque lo extraño no sólo es que Alfonso Guerra sea quien denuncie que el emperador va desnudo: más extraño aún es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sea el emperador que camina en cueros enrcanado del precioso traje que luce.

En efecto, don Alfonso: ¿hay alguien ahí?

Aunque lo importante no es que una patria esté unida, sino alrededor de qué está unida 

En cualquier caso, la historia política de Alfonso Guerra, introductor, por ejemplo, del aborto en España no puede ser aplaudida por ningún católico aunque en este punto ande cargado de razón. Guerra es de los que defienden la unidad de España -y lo hace muy bien- si considera la cuestión de fondo: que la unidad de España no se entiende sin sus raíces cristianas. Prescinde de Cristo y la unidad de España será tan defendible como la independencia de Cataluña. Si no tanto, casi. 

¿Puede defenderse la unidad de España dejando a un lado a Cristo? Poder se puede, pero esa defensa estará cogida por los pelos.

Porque lo importante no es que una patria esté unida sino alrededor de qué está unida.

Por cierto, que este lunes el ex presidente Felipe González también ha sido protagonista por sus declaraciones, en este caso, dirigidas a Pablo Iglesias. González ha bromeado acerca de las competencias del vicepresidente del Gobierno y su su presencia en la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia: «Me está costando trabajo ver la relación entre la Comisión del CNI con la Agenda 2030, pero la encontraré».