La nota de Aciprensa dice mucho y se infiere más. La tiranía china prohíbe los matrimonios cristianos (bajo el manto de todas las religiones) y los funerales.

Supuestamente de todas las religiones pero ya se sabe que esa presunta pléyade de credos es una tontuna: contra lo que se apuesta es contra el matrimonio cristiano y con la asistencia sacramental al momento de la muerte.

Y eso lo hace un Gobierno que está a punto de renovar su acuerdo con el Vaticano, que solo ha servido para que los comunistas chinos sigan persiguiendo a los católicos y encima hayan logrado la validación de la iglesia patriótica, obediente al partido comunista.

La hipocresía del régimen de Xi Jinping, el tirano de nuestro tiempo, un personaje que no conoce límites, apunta ahora contra los sacramentos, es decir, el eje neurálgico de la vida cristiana.

Dos cosas parecen claras: si Occidente no rompe con China acabará absorbida por ella.

El Vaticano no debe renovar el acuerdo con Pekín: es una burla.

¿Qué tiene que pasar para que Europa caiga en la cuenta de que con salvajes como los chinos no se puede pactar nada?