El servicio bancario empeora y no sólo por la digitalización que en especial sufren las personas con menos conocimiento tecnológico y de más edad (como denunció la famosa campaña impulsada por Carlos San Juan con el título “Soy mayor, pero no idiota”). También se ve en el tema del efectivo, pues las entidades tratan de imponer cada vez más los pagos digitales para tener todos los movimientos controlados. Y por eso se llega a dar el caso de que cobran tres euros de comisión por coger monedas de un céntimo.

Sí, han leído bien. Es un caso real que le ha ocurrido a un quiosquero madrileño y es consecuencia de los dos errores del euro, que se introdujo el 1 de enero de 1999: los billetes de 500 euros y las monedas de uno y dos céntimos. El primero ya ha sido subsanado debido a que los billetes, que se conocían popularmente como ‘los Bin Laden’ y eran muy utilizados en la economía sumergida, se dejaron de emitir por el Banco de España en enero de 2019, después de que en mayo de 2016 el Banco Central Europeo (BCE) acordará dejar de producirlos, aunque siguen siendo de curso legal. Para el segundo error, se debería optar por hacer lo mismo y retirarlas, pues gustan más bien poco dado su escaso valor y sólo sirven para abarrotar monederos.

Y parece que a los bancos tampoco les gustan las monedas de uno y dos céntimos. Y es que llegan a pedir tres euros de comisión por recogerlas. Eso le ha ocurrido a un quiosquero madrileño. 

Tras dejar de emitir los billetes de 500 euros, se debería hacer lo mismo con las monedas de uno y dos céntimos de euro

Ojo, porque a los bancos les gusta cada vez menos el efectivo en general. Algunos ya no entregan cartuchos de plástico (también denominados blisters) a particulares y comercios para facilitar el recuento de las monedas ni las cambian en el momento, sino que las ingresan en las cuentas de estos.

Es cierto que según la normativa del Banco de España, las entidades no tienen obligación de aceptar más de 50 monedas en cada pago, excepto si son cajas públicas, y en cada uno puede haber la llamada comisión por recuento de moneda. Eso sí, puede haber algunas excepciones en forma de pacto entre clientes y cajas cuando firman un contrato: admisión de ingresos de efectivo de más de 50 monedas donde su importe se abona en cuenta con posterior recuento de la entidad para no demorar la atención al resto de clientes; la entrega de blisters a los usuarios; o la oferta de servicios especiales de gestión integral de efectivo a profesionales que incluye recogida y entrega a domicilio.

Pero una cosa es que las entidades no estén obligadas y otra que afecte al servicio que prestan. Otro caso real: una abuela va a entregar todas las monedas de la hucha de su nieta para cambiarlas por billetes y en lugar de recibir el efectivo en mano, se le ingresa en su cuenta pero no en el momento sino tras su posterior recuento. Y otro caso real: muchos comercios ya no reciben blisters y tampoco pueden cambiar las monedas que recojan en estos por efectivo sino que las entidades lo depositan en sus cuentas, por lo que se ven obligados a dar grandes cantidades de efectivo a sus proveedores en bolsas de plástico en lugar de ordenadas y con un fácil recuento en los blisters. 

Y por cierto, a este peor trato en el tema de efectivo, se suma que cada vez más las entidades prestan menos atención y dirigen un gran número de operaciones a cajeros automáticos y banca digital.