
Al presentar los resultados de su último ejercicio fiscal (cerrado el pasado marzo), Toyota mostró cierto temor a los aranceles, en especial a los que Donald Trump impuso a Japón y ante los que este último país ya ha tomado medidas. De hecho, revisó sus previsiones de beneficios para su presente año fiscal. Un contexto que no influirá en su política industrial ni en los precios de sus vehículos en EEUU, por ahora, pues es cierto que no levantará nuevas plantas allí (donde ya cuenta con 11), pero no se niega a elevar la producción.
El fabricante automovilístico japonés continúa siendo el líder mundial en ventas y no prevé que haya cambios, pese a los aranceles que se están imponiendo en varios países. Asimismo, estima mayores cifras de producción que las registradas en su último ejercicio tanto en su país como fuera: en concreto, pasará de 3,236 millones de unidades de fabricación nacional a 3,35 millones; y de 6,443 millones de unidades de producción fuera de sus fronteras a 6,65 millones de unidades; así el total de vehículos fabricados de las marcas Toyota y Lexus ascenderá de 9,679 millones de unidades a 10 millones. Además, hace unas semanas, Toyota anunció que invertirá 88 millones de dólares (unos 78,16 millones de euros al tipo de cambio actual) en su fábrica de West Virginia para elevar su fabricación, en concreto para ensamblar la siguiente generación de transejes (un componente automovilístico que agrupa la transmisión, el diferencial y el eje de transmisión en una sola pieza) híbridos en futuros modelos de Toyota y Lexus.
En paralelo, Toyota no sólo aumentará la fabricación fuera y dentro de sus fronteras, sino que seguirá con la exportaciónde vehículos desde Japón a EEUU, rondando las 500.000 unidades al año. Y es que el país que preside Trump es uno de los principales mercados de Toyota, donde vende el 25% de sus vehículos.