Andrés Sendagorta clausuró este martes el XXVI Congreso de la Empresa Familiar celebrado estos días en Bilbao -en 2024 se celebrará en Santander-, con un breve discurso en el que mostró su sorpresa por las palabras que el ministro Escrivá pronunció el lunes.

“Sois muchos los que me habéis transmitido lo impresionados que estáis por el tono positivo de los discursos que escuchamos ayer de las diferentes autoridades que nos acompañaron en nuestro Congreso”, afirmó. Poco después, en un encuentro con los medios, Sendagorta concretó que se refería al discurso del ministro Escrivá, en el que -esto lo decimos nosotros- fue tan adulador como mentiroso.

Para Sendagorta, Escrivá “no es que haya estado correcto, es que ha estado cariñoso”, afirmó tras relatar que fue designado por Sánchez, que excusó su presencia por motivos de agenda, como ha hecho, por cierto, desde el Congreso de 2018 celebrado en Valencia, el último al que ha acudido... para que no le riñeran.

Pues bien, mientras Sendagorta agradecía las palabras de Escrivá, en Madrid, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz escenificaban el acuerdo PSOE-Sumar, preludio de un nuevo subidón de impuestos a empresas y autónomos. Preguntado al respecto, Sendagorta no quiso opinar por desconocer los pormenores.

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También quiso zanjar la polémica surgida tras la intervención de Urkullu en euskera, el lunes, y afirmó que este martes había hablado con el lehendakari sobre el asunto. “Hay que hacer más labor de pedagogía”, afirmó Sendagorta. Pedagogía para mostrar lo importante que es para los vascos el euskera.

¿Y por qué no también pedagogía para mostrar lo paleto que resulta hablar en un idioma que no entiende casi ninguno de los que están escuchando, sólo para reivindicarlo? Oiga, es que lo hace siempre y luego lo repite en castellano. Da lo mismo, es una paletada además de una falta de respeto con el auditorio, como también lo es, que conste, hacer ruidos y murmurar mientras está hablando.