Ana Botín (Santander), Carlos Torres (BBVA), Jordi Gual (Caixabank), Josep Oliu (Sabadell), José Ignacio Goirigolzarri (Bankia), y Pedro Guerrero (Bankinter)
Bankinter dará, el jueves 23, el pistoletazo de salida a la presentación de resultados del primer trimestre de la gran banca española. Para hacer un balance general habrá que esperar al jueves 30, con las presentaciones de BBVA, Caixabank y Sabadell. Antes, el martes 28, será el turno del Santander y el 29, el de Bankia.
Estamos hablando de los resultados del primer trimestre del ejercicio, es decir, con el coronavirus plenamente integrado en nuestras vidas y con muchos nubarrones sobre el futuro de la economía mundial y, especialmente, de la española.
El precedente de la banca doméstica norteamericana no invita al optimismo. Wells Fargo, el más doméstico de todos, ganó un 99% menos hasta marzo, Citigroup redujo su beneficio un 46% y Bank of America, un 45%. Y todos por el mismo motivo: los miles de millones de euros destinados a provisiones, por lo que pueda pasar durante el resto del año. Nadie se salvó de la quema, ni siquiera los gigantes de la banca de inversión. Pero vamos a lo nuestro, el negocio minorista.
Es cierto que ya había dudas entre la banca española al comienzo del ejercicio, por dos motivos: el mantenimiento de los tipos de interés negativos y la ralentización del crecimiento económico. Pero nadie podía imaginar el escenario actual, con el país confinado y la economía paralizada. Sí, 2020 será peor que 2019.
Así las cosas, Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Bankinter se debaten entre la prudencia de aumentar considerablemente las provisiones por lo que pueda ocurrir en los próximos trimestres, y el peligro de sufrir un mayor castigo en bolsa del que ya están recibiendo, y ponerse a tiro de opa.
Es un equilibrio complicado: si aumento mucho las provisiones, baja el beneficio más de lo deseable, la cotización se resiente -aún más- y aumenta el peligro de opa. Si, por el contrario, las provisiones no son suficientes, el problema puede llegar a partir del segundo trimestre, cuando afloren lo impagos.
Porque eso es lo más importante: el más que probable aumento de la morosidad a partir de este mes de abril. Ojalá nos equivoquemos, pero el último dato del paro, con un aumento histórico del desempleo en tan solo quince días, han encendido todas las alarmas.
Vamos a entrar en la quinta semana de confinamiento forzoso y con la economía prácticamente paralizada. Y no sabemos hasta cuándo.