El pulso entre Ángel Rivera y António Simoes comenzó hace meses, ante la inminente llegada del nuevo consejero delegado del grupo, de Héctor Grisi, como adelantó Hispanidad. Un pulso que, en primera instancia perdió Rivera, pero que logró doblegar con su nombramiento como consejero delegado de la filial española, cargo que en ese momento recaía en Simoes y que añadía al de responsable del banco en Europa.

En otras palabras, Rivera, como Pedro Castro, CEO de Portugal, Mike Regnier (UK) y Michal Gajewski (Portugal), debe despachar con el responsable regional, en este caso, Simoes, que es quien despacha con el consejero delegado del grupo, Grisi.

Pero Rivera se niega a hacerlo porque considera que él debe reportar directamente a Grisi, al que conoce desde su etapa en México. A fin de cuentas, la filial española es la más importante -alberga la sede social y corporativa- y no se puede comparar, con todos los respetos, con la portuguesa, la británica o la polaca.

Y esto es un problema porque esta cadena de mando responde a la actual estructura del Grupo, más simple y ágil, establecida desde 2019 y que se completará en octubre, cuando Christiana Riley tome posesión como responsable del banco en el área de Norteamérica y se una a Simoes y a Carlos Rey, responsable de Sudamérica.

Pero si nadie lo remedia, la nueva estructura tendrá una excepción: Ángel Rivera.