En Navidad se come mucho con tantas celebraciones familiares y el apartado de los dulces es de lo más variado (turrón, mazapán, polvorones, etc.). Claro que la guinda al pastel aún no ha llegado: se trata del roscón de Reyes, que junto a los regalos que traen Melchor, Gaspar y Baltasar, alegran la fiesta de la Epifanía cada 6 de enero. Y el roscón gana por goleada al italiano panetone, pues siete de cada diez españoles prefieren el primero, según una encuesta realizada por Uber Eats. Además, su consumo crecerá un 5% esta campaña, llegando a cerca de 30 millones de unidades, según calcula la Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería (Asemac).

Entre los distintos tipos de roscón, el más popular es el que no lleva relleno (el tradicional bollo con esencia de azahar, fruta escarchada, azúcar y almendra, sin nada más). Y entre los que eligen que vaya relleno, a pesar de que las variedades se han multiplicado, la gran apuesta sigue siendo el de nata, seguido del de trufa, según los encuestados por Uber Eats.

El más popular es el que no lleva relleno y entre los que eligen que vaya relleno, a pesar de que las variedades se han multiplicado, la gran apuesta sigue siendo el de nata

El roscón tiene su origen en tiempos romanos, en la fiesta de Las Saturnales (también llamada Fiesta de los Esclavos, que se dedicaba al dios Saturno para celebrar en diciembre la llegada de los días más largos tras el solsticio de invierno, un nuevo periodo de luz y el fin del duro trabajo en el campo). Se elaboraban unas tortas redondas con higos, dátiles y miel que se repartían entre los trabajadores por el trabajo bien hecho. En el siglo III, se introducía un haba seca y al que la encontraba, se le nombraba ‘rey de reyes’ durante un corto periodo de tiempo e incluso quedaba libre durante Las Saturnales.

En el siglo IV, la Iglesia convirtió esta fiesta en celebraciones cristianas y el roscón quedó un poco en el olvido, excepto en Francia. Allí se celebra Le Roi de Fave (el rey del haba), donde al niño que encontraba el haba le daban regalos, y es en el siglo XVIII, con el rey Luis XV, cuando recibe un gran impulso introduciendo una moneda dentro del dulce. Desde el país vecino con su tío, el rey Felipe V (el primero de la dinastía de los Borbón), se introdujo la tradición del roscón en España para celebrar junto a los regalos de Sus Majestades de Oriente, poniendo el broche dulce a la Navidad. A partir del siglo XIX, la moneda se cambia por una figurita y a quien le toca el haba se encarga de pagar el roscón.

Paralelamente, el origen del panetone al parecer se remonta también a tiempos romanos, cuando endulzaban con miel un tipo de pan con levadura, pero también hay otras muchas leyendas. La historia más popular habla de una cena de Navidad celebrada en 1490 en la casa del duque de Milán Ludovico Sforza, cuando al cocinero se le quemó el bizcocho y uno de los sirvientes llamado Toni improvisó un pan dulce con huevos, harina, manteca, cítricos y uvas; tuvo un gran éxito y el postre se llamó ‘Pan de Toni’. El panetone se convirtió en un bollo navideño, de consistencia esponjosa y en forma de cúpula que tras hornearse se enfría boca abajo para no hundirse, relleno de pasas y frutas confitadas. Su gran expansión llegó en el siglo XX, cuando comenzó a fabricarse de forma industrial y también a internacionalizarse. En España, al clásico panetone se ha añadido la variedad de relleno con pepitas de chocolate y es la preferida para más de un 80%, según los encuestados por Uber Eats.