El gas sube de precio y eso dispara la tarifa de la luz. Sí, es cierto pero también lo es que los talibanes del tipo Teresa Ribera y el actual Gobierno español consideran que el gas es malísimo, por lo que no se han preocupado de optimizar su rendimiento y, sobre todo, le han colocado derechos de emisión de CO2 a precio de oro. 

El que contamine, paga, y todos nos quedamos muy felices y contentos con ese admirable aforismo. Ahora comprobamos cómo funcionan los esfuerzos por el planeta: todo sea por el planeta, por eso, el que contamina, paga… sólo que, con él, pagamos todos. Se olvidaron de explicarnos que lo verde es caro y resulta que la energía debe ser, primero barata y abundante, luego ecológica.

Todo sea por el planeta. El precio del gas: el que contamina, paga… y con él pagamos todos

Los prejuicios ideológicos de doña Teresa Ribera le llevan a la mentira: no es la contaminación, sino la ecología, lo que nos ha traído la crisis energética. Y es en este punto donde vuelvo al adjetivo “abundante”, porque la política ecológica no sólo ha contribuido a disparar el precio de la energía sino que, además, ha reducido la producción de electricidad precisamente cuando nos habían dicho que había que acabar con el carbono y electrificar el mundo. 

Ahora suspiramos por el gas, no ya a cualquier precio sino para asegurar el suministro. Los ecologistas -no sólo los grupos sino también los gobiernos ecologistas, como el español- no ‘nos’ enfrentan ahora a una crisis de precios sino a una crisis de escasez energética.

Los prejuicios ideológicos de doña Teresa Ribera le llevan a la mentira: no es la contaminación, sino la ecología, lo que nos ha traído la crisis energética del siglo XXI

¿Se acuerdan de aquel viejo chiste castellano del gitano que llevaba el burro a vender al mercado y el animal se negaba a dar un paso? Cansado, el gitano se vuelve al burro y le espeta:

-¡Y que tenga yo que decir que tú eres güeno!

Pues eso, encima, con las meninges debilitadas por la abrumadora campaña contra el cambio climático, tendremos que decir que lo verde es ‘güeno’. Mientras tanto la energía nos arruina y el apagón se comienza a percibir no como algo posible sino como algo probable. 

Repitamos: lo verde siempre resulta caro. La energía debe ser, primero barata y abundante, luego ecológica. Primero comer, de la contaminación ya nos preocuparemos luego.

Y claro, los prejuicios ideológicos de doña Teresa Ribera y compañía, también de Greta Thunberg, le llevan a la mentira: no es la contaminación, sino la ecología, lo que nos ha traído la crisis energética del siglo XXI.