Por pura casualidad -las coincidencias existen, las casualidades no-  el pasado lunes, el Sabadell, en plena pugna con el BBVA, reconocía haber recibido "indicaciones de interés preliminares" de su filial británica, TSB.

Les traduzco tan estúpido eufemismo: que al Sabadell le han dicho en el Banco de Inglaterra, brazo armado del Número 10, que no le quieren ver más por allí y que venda su firma... naturalmente al vendedor que le indique el mencionado Número 10, del inefable ultra progre y, por tanto, desastre cualificado, primer ministro laborista Keir Starmer.

Traducción más amplia: que los británicos quieren que se marchen los dos bancos españoles, Santander y Sabadell, del Reino Unido de la Gran Bretaña.

Ambos bancos han realizado allí una labor impresionante. El Santander no ha saneado allí una, sino varias entidades bancarias, hasta crear una entidad solvente y plenamente establecida en la geografía británica. No me extraña que Ana Botín esté empeñada en absorber el BBVA: necesita crecer en tamaño de cara a la Unión Bancaria y en la previsión de que tenga que marcharse de Inglaterra -por ahora resiste-, lo que no sería una buena noticia para competir en la futura primera división europea.

Por su parte, lo del Sabadell fue relativamente aún peor: les ha costado sangre sanear el TSB, una porquería de banco británico, hoy solvente y rentable, y que si no se ha saneado antes es por la pesadez del Banco de Inglaterra, empeñado en dirigir, por tanto, estropear, el saneamiento.

Al parecer, a los ingleses no les basta con perpetuar el robo de Gibraltar... ante el masoquismo del dulce Albares

Quiero decir que lleva años imponiendo al Sabadell a una serie de nombres que sabían mandar, mal, pero no trabajar, bien. Sanear, lo que se dice sanear, el Banco de Inglaterra nunca ha sabido.

Con el desastre de Keir Starmer, un caradura digno del siglo XXI, Reino Unido ha vuelto a entrar en la Unión Europea en la mejor de las situaciones: sin responsabilidad alguna sobre el futuro de la UE. Manda más que cuando estaba en Bruselas mientras se corre el riesgo de islamizar una potencia nuclear occidental.

Por supuesto, su economía va de mal en peor pero su petulancia no se ha rebajado ni un adarme desde los tiempos del chiflado de Boris Johnson.

Lo cierto es que el Gobierno Starmer trata de expulsar a Santander y Sabadell del Reino Unido y lo cierto es que esto constituye un nuevo jalón en el proceso de desprestigio progresivo y en el ninguneo de Pedro Sánchez en Europa.

Y todo ello en plena OPA del BBVA. Porque claro, a Pep Oliu y a González-Bueno, no se les puede acusar, como hace el BBVA, de romper las leyes de la OPA al decir que no les gusta la OPA, pero sí si modifican el perímetro de la entidad. Por ejemplo, si venden el TSB.

Al parecer, a los ingleses no les basta con perpetuar el robo de Gibraltar... ante el masoquismo del dulce Albares.