Decíamos ayer... que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ya no agrada en Europa. Por lo del catalán, la OPA del BBVA, la caradura de recibir fondos comunitarios y no dar cuenta de los mismos pero, sobre todo, porque se ha dado de baja en el rearme europeo antes de empezar.
Y no se ha dado de baja alegando razones sino haciendo trampas. Ha emitido gastos que no son de defensa para lograr el 2% en 2029 cuando Europa le pide el 5% y a mismo.
No entro ahora en si lo que se le pide es bueno o malo. Lo que digo es que Sánchez está desprestigiado en Bruselas donde se le considera un tipo que no es de fiar.
Eso, en Bruselas. En España, Sánchez trata de hablar lo menos posible. Si lo hace, es en declaraciones solemnes, es decir, habla él y callan los demás. No admite réplicas, tampoco preguntas.
Y, sobre todo, trata de pisar la calle lo menos posible... ¡porque le abuchean! Al final, acaba refugiándose en el Falcón y rodeado de guardaespaldas. O aparece ante las multitudes, pero sólo en mitines del PSOE, entrada reservada para afiliados, rodeado de entregados que asienten con la cabeza a sus profundas declaraciones, para que se vea que la gente está con su líder, una imagen buscada que acaba por resultar patética.
— Jaime de Berenguer (@jaimeberenguer) June 3, 2025