A Miguel de Juan le acompañan en su viaje como asesor del fondo Argos, cuyo nombre oficial es Gestión Boutique VI/ ARGOS, los argonautas o partícipes “que no son considerados como meros co-inversores porque son los dueños del fondo”, asegura De Juan que, tras esta larga charla que hemos mantenido con él, nos recuerda al mítico Jasón protagonista de la aventura griega en la que se narra la odisea de Jasón y sus argonautas en el fiel Argos, su navío más preciado, en busca del vellocino de oro.

Y el vellocino de oro en este caso es velar por el patrimonio de todos ellos, buscar no sólo la propia rentabilidad “hemos batido al mercado con dividendos brutos desde el inicio por más de 3% de media al cumplirse los primeros diez años desde que empecé a asesorar”, nos cuenta este experto, “sino también una transparencia especial, una estructura de comisiones clara y favorable a su inversión de la mano de quien les transmite confianza y cero conflicto de intereses”.

Porque fueron los ‘conflictos de interés’ los que llevaron a Miguel de Juan a dar carpetazo a su etapa en la banca privada “en la que aprendí mucho… aunque siempre me sentí incómodo en este sentido sobre todo porque la mayoría de sus profesionales son gente estupenda, algunos son grandes amigos míos, a los que se les exige ser héroes solitarios que se enfrentan a su entidad cuando lo que debería primar es siempre, el interés de quien pone el dinero, que es el cliente”.

Un “salto al vacío”, como él mismo lo califica, del que nació Argos, un fondo de estilo value investing que invierte prácticamente en cualquier tipo de activo y en todo el mundo. “Es un fondo que cuenta con una cartera muy concentrada para lo que suele ser habitual, de entre 20 y 30 títulos aunque, actualmente, solo tenemos 19”. Entre ellos Garmin, empresa líder mundial en el segmento de posicionamiento por satélite a la que De Juan define como “fabulosa”, Berkshire Hathaway, la empresa de Warren Buffett, “una compañía a prueba de casi todo, cuya gestión y dúo directivo no podía ser mejor” o Ferrovial a la que califica como una de las mejores compañías del mundo.

-Usted, el fondo, se ha hecho muy famoso por sus cartas a los argonautas. Una primera cuestión: ¿quiénes son los argonautas?

Bueno, en primer lugar déjame daros las gracias a ti y a Hispanidad por vuestro interés en divulgar la cultura financiera; es una labor poco reconocida y, sin embargo, muy importante para la vida de las personas. Yendo a tu pregunta te diré que los argonautas son los partícipes del fondo Argos (actualmente su nombre oficial es Gestión Boutique VI/ ARGOS) y son los únicos inversores que no son considerados como meros partícipes, ni como co-inversores ni otras figuras; son argonautas y son los dueños del fondo. En su momento, en noviembre de 2010, antes de que empezáramos con el fondo de inversión, escribí la Carta de Lanzamiento para los argonautas -los que ya sabía que vendrían conmigo, esos primeros 50 héroes-, y para los que siguieran viniendo. El objetivo al llamarles de esta forma era y es que recuerden que yo puedo ser su “Jasón” y guiarles en la nave pero ellos no son simples “remeros” que ponen su dinero y listo; ellos, como en la leyenda mitológica, son “reyes, príncipes y héroes” y, por tanto, de la misma dignidad que Jasón. Por eso siempre procuro que sepan que no soy más que ellos, que esta nave que es el fondo es suya y que tienen todo el derecho, independientemente del tamaño de su inversión en el Argos, a reclamarme toda la información que consideren necesaria.

La caída de los mercados por el covid se quedará en nada comparado con los precios en los que cotizará en el futuro

Cuando aún estaba en la banca privada y los primeros argonautas eran, entonces, mis clientes yo debía recabar de ellos la autorización para cualquier operación que quisiéramos realizar en su provecho. Ahora, en el Argos, digamos que ya no “necesito” dicha autorización pero como trato de recalcarles siempre, no se me olvida que ellos son los tripulantes -reyes, príncipes y héroes- de esta nave y por ello procuro darles toda la información que considero relevante. En el Argos no hay cambios de índices de referencia, no se oculta lo que me corresponde de las comisiones que pagan, no hay diferencias entre argonautas porque uno invierta más que otro, no tenemos, ni tendremos jamás, diferentes clases de inversores. Todos tienen la misma dignidad, pues no sólo son “partícipes” que es la fórmula legal, son algo más: son argonautas.

-¿Por qué son tan diferentes, respecto a las de otros gestores, sus cartas a los inversores… a los argonautas?

En primer lugar, creo que es el único fondo en todo el mundo -al menos yo no conozco otro- que tenga una periodicidad mensual. En líneas generales suelen ser trimestrales o de menor periodicidad. No hay nada malo en ello, no lo digo como una crítica, simplemente como una diferencia especial. En mi caso, además de que no me cuesta escribir las Cartas (una media de páginas aproximadamente), la periodicidad tiene que ver con el antes del Argos, pues cuando estaba en banca privada estuve escribiendo cartas mensuales a mis, entonces, clientes, que luego se publicaron como libro (El lemming que salió raro, Ed. Eje Prod. Culturales, 2012), y cuando comencé el Argos, dado que los primeros argonautas ya estaban acostumbrados a esa periodicidad simplemente la continué.

El resto de las diferencias creo que es debido tanto a la longitud en sí, en especial para esa periodicidad, las citas que siempre intento incluir para reflexionar sobre ellas no siempre directamente relacionadas con la inversión y luego, lógicamente el comentario sobre las inversiones, sean empresas nuevas que incorporamos a la cartera o sobre la evolución de alguna de las que ya están. La intención es que los argonautas, o quienes puedan leerlas, lleguen a conocer tanto el fondo y las empresas que tenemos en cartera o el porqué incorporamos una determinada, que me conozcan a mí, pues al fin y al cabo han confiado su patrimonio al Argos y a mí como asesor del mismo y, también, reflexionar y comentar diferentes aspectos que les pueda ayudar a ser mejores inversores y a entender mejor cómo deben actuar respecto a los mercados financieros.

Por lo demás, y dado que suelo tener mucha confianza con los argonautas, es más que posible que haga alguna referencia a algún caso particular, como el nacimiento de un nuevo argonauta o el pésame por el fallecimiento de algún familiar -siempre respetando su anonimato, desde luego- y, casi seguro, alguna que otra broma de cuando en cuando. Ciertamente, los argonautas se han acostumbrado a estas Cartas y a este estilo de “charlar” con ellos y para mí, la verdad, es un placer tenerles presentes y aunque les pueda comentar algo más breve vía Telegram, las Cartas mensuales son parada obligatoria para los argonautas y para mí.

Cualquiera puede ser argonauta. El Argos no se pensó para inversores especialmente sofisticados 

-Y el perfil de los argonautas, ¿cuál es? ¿Yo puede ser argonauta?

Desde luego, cualquiera puede ser argonauta. El Argos no se pensó para inversores especialmente sofisticados ya que, por ejemplo, no uso ni apalancamiento ni derivados. Sin embargo, se ha construido con vistas a ser lo más flexible posible a la hora de gestionar su patrimonio, pudiendo estar cien por cien invertido o cien por cien fuera de bolsa, en general hemos mantenido una liquidez del orden del 20-25% de media a lo largo de todos estos años.

El perfil de los argonautas suele ser el de una persona normal, en el sentido de que su patrimonio puede ser mayor o menor, pero que sí está buscando algo especial: no sólo la propia rentabilidad (hemos batido al mercado con dividendos brutos desde el inicio por más de 3% de media al cumplirse los primeros diez años desde que empecé a asesorar), sino también una transparencia especial, una estructura de comisiones clara y favorable a su inversión (hablo sólo de mi parte, pero como bien saben los argonautas, la comisión se reduce al pasar los niveles de 10 y 15 millones de patrimonio bajo gestión, y creo que fuimos los primeros en España en tener una estructura semejante), y una persona que les transmite confianza y cero conflicto de intereses. Este último punto es importante y, como tuvimos ocasión de comprobar en 2018, mis intereses personales no fueron puestos por encima de los suyos, al revés: mi objetivo en ese momento tan complicado por el cambio de entidad gestora fue protegerles a ellos y a su patrimonio.

Los argonautas lo valoraron y por eso se vinieron a la entidad actual, algo que no puedo dejar de agradecerles.

-¿Cómo llega Miguel de Juan a estar dónde está?

Básicamente lo que me cambió la vida, a nivel inversor, fue encontrarme con mi primer libro sobre Warren Buffett donde vi que había una forma de ver la inversión en bolsa, el value investing, que para mí tenía todo el sentido y la lógica. Ello me llevó, años después a decidir saltar casi al vacío y dejar la banca privada con sus múltiples conflictos de intereses que yo no quería ni podía asumir, y diseñar el Argos.

Pero no lo hubiera podido hacer de no haber contado con dos grandes apoyos: el primero mi mujer e hijos, sin ellos y su sacrificio y paciencia hubiera sido imposible sobrellevar aquellos primeros dos años del fondo. En segundo lugar, lógicamente, los propios argonautas iniciales que se mantuvieron firmes permitiéndome tener paciencia y un horizonte de tranquilidad a la hora de invertir en unos años, 2011-2012, más que complicados.

Después, supongo que el haber tratado de ser fiel a las promesas y objetivos inicialmente expuestos en la Carta de Lanzamiento ha hecho que sea valorado por ellos y vayamos juntos en esta nave tan especial que es el Argos.

-¿Qué le incomodaba más de su trabajo pre Argos?

Como he dicho antes, los conflictos de intereses entre la entidad y los clientes. Guardo, por lo demás, un recuerdo estupendo de aquellos años pues aprendí mucho de la banca privada y de los propios clientes, pero siempre me sentí incómodo con los conflictos más que evidentes.

Lo he escrito hace años en algún artículo explicando que la mayoría de los profesionales de la banca son gente estupenda, algunos son grandes amigos míos, pero me duele, por ellos, que se vean forzados a tener que soportar los conflictos de intereses -que son más que evidentes- cuando su intención real es ayudar a sus clientes. Pero el sistema en sí está montado de otra forma y sólo cuenta el corto plazo para la entidad. Como decía en aquel artículo, no podemos pedirles a los profesionales de banca que deban elegir entre comportarse como héroes solitarios que se enfrentan a su entidad o irse a otro sector, cuando lo que debería primar es siempre, el interés de quien pone el dinero, que es el cliente.

Lo que me cambió la vida, como inversor, fue encontrarme con mi primer libro sobre Warren Buffett 

Por eso me fui de la banca. En el Argos esos conflictos no existen, los errores son todos míos, pero no están originados en que deba seguir más indicaciones de inversión que las que a mí me parecen adecuadas. Es una liberación moral, en este sentido.

-Hubo un antes y un después de 2010, ¿verdad?

Si, desde luego. Como acabo de indicar, el paso al fondo supuso una liberación, no sólo respecto a la no exigencia de llevar traje, pues trabajo desde casa, sino, especialmente a la hora de saber que estoy haciendo aquello que considero correcto para los inversores, para los argonautas. Podré equivocarme -y lo he hecho- pero no será por plegarme a decisiones de otros que no comparto.

En este sentido, 2010 supuso por un lado la clarificación de mi futuro, el comprobar quienes de los argonautas originales mantenían su confianza en mí tras haberme visto funcionar en la banca desde varios años antes y la decepción de ver cómo otros, cuatro personas, finalmente no se atrevieron a venirse al Argos a sabiendas de la situación tan complicada en la que me dejaban. Afortunadamente, hubo muchas más sorpresas positivas que negativas, el Argos batió al mercado -siempre con dividendos brutos- y la situación fue mejorando gradualmente. Una experiencia más que interesante.

-Háblenos del Fondo Gestión Boutique VI/ ARGOS, es decir, de Argos, por favor.

No hay problema. El Argos es un fondo de inversión de estilo value investing y donde podemos estar invertidos o no en prácticamente cualquier tipo de activo a lo largo de todo el mundo. Es un fondo que cuenta con una cartera muy concentrada para lo que suele ser habitual, ya que solemos tener entre 20-30 títulos, pero actualmente tenemos 19. Digamos que prefiero estar concentrados en las empresas que considero más interesantes y baratas de cara al largo plazo. Esta concentración, en teoría, debería hacernos ser muy volátiles, pero gracias a que solemos tener siempre un volumen de liquidez muy superior a la media de los demás fondos comparables, la volatilidad está más controlada y nos permite que nuestro año de mayor pérdida fuera sólo un -9,89%.

Generalmente tenemos una rotación muy baja, habiendo meses en los que no realizamos ninguna operación y, por tanto, nos ahorramos los costes de compraventa. Sólo operamos cuando lo consideramos necesario, no por mostrar “actividad”. Como les digo a los argonautas “no operar es también una decisión”. Otra particularidad es que siempre nos hemos comparado con un mercado -el Ibex35 con dividendos brutos- que incorpore dichos dividendos sin quitarle nada, mientras lo habitual suele ser que no se incorpore los dividendos de ningún tipo (aunque los fondos sí que los cobran, por lo que salen favorecidos en la comparación) o, desde 2014, con dividendos netos. En nuestro caso, siguiendo a Buffett, Graham, Klarman, Leithner, Spier, Pabrai y otros inversores extranjeros, nos comparamos contra el índice con sus dividendos brutos, sesgando la comparativa a favor del índice en contra nuestra… pero no pretendo innovar. Entiendo el planteamiento de Buffett y demás y, simplemente, intento seguir su ejemplo.

-Cuando selecciona una empresa, ¿qué criterios sigue? ¿Cuál es su estilo de inversión?

En líneas generales busco empresas que tengan poca deuda, que sean capaces de incrementar su valor con el paso del tiempo aunque hoy puedan estar pasando por problemas, que su negocio muestre fortaleza en su rentabilidad, que su equipo directivo esté implicado o pueda mostrar que está a favor de los inversores minoritarios. No me preocupa especialmente si paga o no dividendos, ya que hay empresas que por su modelo de negocio o por la fase del mismo en la que están, necesitan reinvertir en la propia empresa todo el dinero que logran generar. Pero sí es importante que sean lo suficientemente honestos para reconocer errores o para ser humildes cuando las circunstancias son especialmente favorables y piden prudencia a los propios accionistas.

El estilo de inversión, value investing (por cierto, uso el nombre en inglés, porque en español, inversión en valor, tiene unas connotaciones muy diferentes a las que entiendo, no por esnobismo), se basa en calcular el valor de una empresa (o de un bono) y comprar cuando el valor intrínseco de esa empresa es superior al precio de cotización de la empresa en el mercado.

Podré equivocarme -y lo he hecho- pero no será por plegarme a decisiones de otros que no comparto

Cuanto mayor es esa discrepancia entre precio y valor, mayor es el margen de seguridad que, sin ser una circunstancia a prueba de errores, sí permite discriminar parte de los errores que, como inversores, podemos cometer. Para ello, lógicamente, es necesario antes haber estudiado y analizado una empresa y, una vez que se la conoce, entonces proceder al cálculo de su valor. La fase final es comparar ese valor con su precio.

-Y perdone que me ponga pedante pero, acabo de leer que en esto del value investing hay dos maneras de invertir: al estilo Warren Buffett o al Benjamin Graham. ¿Usted por cuál se decanta?

Principalmente con Buffett, pero el estilo al que se suele asociar a Graham -la inversión en net-nets o empresas mediocres pero extremadamente baratas- también lo he utilizado y ha funcionado muy bien. Nunca he considerado, y he escrito sobre ello, que haya que separar ambos estilos como “más value” o más puro. No son incompatibles, son complementarios. Puedo entender quien se siente cómodo con uno de los dos estilos. En mi caso, aunque tengo una preferencia hacia las empresas creadoras de valor o compounders que serían las asociadas a Buffett, no descartaré invertir en empresas tipo Graham.

Al final todo se reduce a pagar menos por algo que vale más. Si invierto en billetes de 500 euros y me cuestan 250-300 cada uno, será una buena operación. Si es en billetes de cinco euros -poco glamurosos- pero los compro a 2 o menos, tampoco nos irá mal al Argos y a los argonautas.

-¿Hay empresas en las que invierte a largo plazo y otras con una visión más cortoplacista? Póngame algún ejemplo por favor.

Sí, claro. Como he dicho antes podemos diferenciar dos grandes tipos de empresas, aquellas que son compounders o creadoras de valor a largo plazo y las net-nets que son aquellas mediocres pero cuyo precio es extremadamente barato.

En las primeras merece la pena mantenerlas en cartera a largo plazo, pues es en el futuro donde está el grueso de su rentabilidad. Sólo requiere la paciencia necesaria (que no es tan sencillo, pues a veces te dejas llevar por una estupenda rentabilidad en el corto plazo y deshaces una posición que deberías haber seguido manteniendo), pero esa confianza, esa paciencia, gracias a su propio modelo de negocio, el equipo gestor, y las demás circunstancias que la acompañan hacen que la recompensa termine llegando… ¡y de qué forma! Eso pasa, por ejemplo, con empresas como LVMH o, por poner el caso de España, con Inditex o Ferrovial.

Respecto a las net-nets, sin embargo, su futuro no es tan exquisito, desde luego no es nada glamuroso y simplemente sucede que la cotización de sus acciones las ha llevado a “valer más muertas que vivas”, como escribió Graham en julio de 1932 cuando una enorme cantidad de las empresas negociadas en la bolsa americana cotizaban de esa guisa. Es decir, valía más dinero cerrar la empresa, liquidarla, vender los activos, pagar la deuda y, lo que quedaba, era bastante más de lo que el mercado pedía u ofrecía por ellas. En este sentido, no siempre es fácil encontrarlas, y no siempre son un chollo pues puede haber problemas ocultos o no fácilmente a la vista. En estos momentos no tenemos ninguna en cartera, pero hemos tenido recientemente una parecida: ArcelorMittal.

La primera vez que la compramos, asumiendo que liquidábamos la empresa -que es la mayor acerera mundial y está en manos de la familia Mittal, o sea que no era una asunción muy realista, pero sí muy pesimista- y pagábamos toda la deuda, aún, después de ajustes del 66% a la baja en lo que quedaba contablemente, nos salía un precio (hablo antes del split que hubo posteriormente) de unos 5 euros por acción. Su cotización en bolsa eran unos 3,5 euros por acción. Es decir, teníamos un margen de seguridad del 43%... ¿podía salir algo mal? Sí, siempre puede pasar, pero las probabilidades estaban muy a nuestro favor. Invertimos y los argonautas ganaron un 80% en poco más de un año. Anteriormente a ésta hemos tenido otras, por ejemplo en Japón Taisei Oncho o Barratt Developments en Reino Unido o Corticeira Amorim en Portugal.

En líneas generales, busco compañías que tengan poca deuda y que sean capaces de incrementar su valor con el paso del tiempo 

-Se refiere, en la última carta a los ‘argonautas, a la empresa Garmin como ‘fabulosa’. Yo no conozco esta empresa y me gustaría que me explicara por qué es tan fabulosa…

Bueno, sin que nadie de los lectores lo tome como una recomendación de inversión, Garmin es una compañía líder mundial en el segmento de posicionamiento por satélite, principalmente su nicho de mercado está en la aviación debido a su extraordinaria calidad y fiabilidad… nadie quiere que su avión se estrelle por cambiar a un sistema más barato. Desde ahí han ido entrando en otros segmentos, deporte outdoor, fitness, auto, náutica y, desde luego aviación. Es una empresa que no tiene deuda, al revés, está llena de efectivo en su balance, efectivo que utiliza para pagar dividendos a los argonautas, para reinvertir en su negocio -que es lo principal- y para mantenerlo como colchón de liquidez tanto para prevenir en tiempos de vacas flacas como para poder aprovechar oportunidades corporativas que puedan surgir en el futuro sin depender de captar financiación ajena.

Por otro lado, cuenta con una fuerte rentabilidad por su modelo de negocio, con márgenes operativos del 28% (un margen bruto de casi el 60%, lo que indica la fortaleza con la que cuenta a la hora de marcar precios) y una fuerte generación de flujo de caja. En definitiva, una empresa creadora de valor en el largo plazo, líder en su segmento de negocio, bien valorada por sus clientes, con una calidad en sus productos excepcional y gestionada de forma muy conservadora en sus cuentas.

¿Qué más se le puede pedir a una empresa?

-También está invertido en Berkshire Hathaway que acaba de presentar números y se reafirma en cuatro posiciones: Coca Cola, Bank of América, American Express. ¿Qué le parece?

Berkshire Hathaway, la empresa de Warren Buffett, es una gozada. En primer lugar es una empresa a prueba de casi todo, la gestión y el dúo directivo no podía ser mejor, aunque es una pena que no vuelvan a tener al menos setenta años, y esas empresas forman parte de su cartera desde hace muchos años; si no recuerdo mal, creo que la más “reciente” es Bank of America que se adquirió en los mínimos del mercado cuando la crisis de 2008. Son grandes compañías, con modelos de negocio muy importantes y que le están generando una fuerte rentabilidad a Berkshire desde hace muchas décadas. Como accionistas en Berkshire, pues la tenemos en cartera desde hace mucho, estamos felices de cómo Buffett lleva sus inversiones por nosotros… ¡ojalá yo fuera la décima parte de buen inversor que es él!

Por otro lado, la propia Berkshire no es una empresa de la que, por su tamaño, sea lógico esperar fuertes crecimientos anuales… podemos esperar que crezca a ritmos del 8 o 10% como mucho, sin embargo, a los argonautas la rentabilidad que nos está generando es superior a ese ritmo y es bueno entender por qué.

La forma más sencilla de entenderlo, creo, es con el ejemplo de una inversión en un bono. Supongamos que invertimos en un bono que nos paga un 5% anual y que a vencimiento devuelve los 100 euros invertidos en su emisión. Bien, si invertimos al precio de emisión y nos quedamos hasta vencimiento, nuestra rentabilidad anual será ese 5% prometido (si no quiebra el emisor, claro). Supongamos que no compramos al precio de emisión, sino que ha caído en precio y lo compramos al 80% de su precio de emisión, es decir, invertimos 80 euros por algo que cada año nos paga 5 euros y a vencimiento nos devuelve 100. Nuestra rentabilidad es superior a ese 5% prometido por el bono a quienes compraron en la emisión.

Con Berkshire Hathaway pasa algo por el estilo; los argonautas hemos comprado por debajo de su valor intrínseco, aunque la empresa no paga dividendos -afortunadamente por ahora- va incrementando su valor a ritmos del 8-10% anual y cuando el mercado se de cuenta de lo que vale la empresa hará que la cotización se acerque a dicho valor intrínseco en el futuro. Ya lo ha hecho; en las dos etapas del Argos (en las dos gestoras) hemos tenido, con Berkshire Hathaway, rentabilidades promedio del 17 y del 15%, ambas muy por encima de lo que, en teoría, debería ofrecernos la compañía… y en el futuro seguirá mejorando. Sólo hay que estar atentos y vigilar el margen de seguridad, la discrepancia entre lo que vale y lo que cuesta.

Diferenciamos entre dos tipos de empresas: las compounders o creadoras de valor a largo plazo y las net-nets, mediocres pero cuyo precio es extremadamente barato

-La primera posición de su cartera es JOST seguida de Ferrovial. ¿Qué es lo más atractivo de estas dos compañías porque creo que considera a Ferrovial como una de las mejores compañías del mundo?

JOST es una empresa alemana, de tamaño medio, que está centrada en el segmento industrial de accesorios para el sector automovilístico, en concreto para camiones y trailers y, recientemente ha entrado en el sector agrario con accesorios para tractores. Por ejemplo, las patas que utilizan los trailers cuando no están enganchados al camión y sostenerse sobre ellas, o las piezas de enganche al propio camión. Lo mejor es lo bien gestionada que está, lo prudente del equipo gestor, la calidad de sus productos y lo bien valorados que están por sus clientes con relaciones de muy largo plazo y, como inversor, por muy buena que sea la empresa no será buena inversión si su precio no nos ofrece ese margen de seguridad. En el caso de JOST está a nuestro favor… y en estos momentos representa una rentabilidad para los argonautas del 71%.

Ferrovial… sí, creo que es una de las mejores del mundo. Hace años, en 1999, dio un salto cualitativo impresionante al adquirir BAA, que entonces era la dueña de casi todos los aeropuertos británicos y que ha ido deshaciendo, pero donde aún queda la joya de la corona que es el aeropuerto londinense de Heathrow. Ese salto le llevó también, a través de la filial CINTRA, a entrar en las concesionarias de aparcamientos y la infraestructura en el extranjero, donde sobresale la autopista de peaje de la ronda de Toronto, la 407 ETR, que tiene concesión hasta el año 2099 y puede subir el peaje, autorizado por la Corte Suprema de Canadá, por encima del nivel de inflación, tal y como establece el contrato de concesión.

En definitiva, Ferrovial, además de que considero que aún vale mucho más que lo que nos ofrece el mercado por ella -recuerde el lector que NO es una recomendación de inversión-, que su equipo directivo está formado por la familia del fundador y que cuenta con algunos de los mejores activos de infraestructura del mundo, es una creadora de valor a largo plazo.

-Cómo es un día de trabajo. ¿Trabaja solo?

Sí, trabajo sólo. Realmente no es tan complicado pues básicamente se trata de leer. Digamos que mi día de trabajo, esté en casa en León, en Asturias con mis suegros, en Benidorm de “vacaciones”, mi día a día normal es leer y leer. No sólo sobre empresas, desde luego, pues como diría Charlie Munger, el socio y amigo de Buffett, hay que ampliar conocimientos para poder mejorar como inversor. Sin embargo, sí hay que leer mucho sobre empresas.

En general se piensa que lo más difícil es el cálculo del valor y cuáles son las fórmulas matemáticas para ello. No es esa la mejor forma de entenderlo, la verdad. Como he explicado en algunas charlas con inversores o en alguna clase para universitarios, lo fundamental es entender la empresa y para ello no se necesitan fórmulas. Lo que se necesita es leer todo lo posible sobre esa empresa -sin caer en la parálisis por seguir buscando el último dato de información- y entender su historia, lo que hacen y lo que quieren hacer, entender sus oportunidades y sus riesgos, entender cómo ganan dinero y si se puede confiar en que harán lo correcto cuando vengan mal dadas. La mayor parte del “entendimiento de una empresa” es eso, leer sobre ella. De la misma forma que uno no elije a la mujer de su vida porque, físicamente, cumpla unos requisitos matemáticos de altura, belleza, etc., es necesario entender y comprender a esa persona. Con la empresa, aunque no haya sexo y no haya matrimonio, es algo parecido… hay que entenderla.

Luego ya viene el cálculo matemático de cuánto vale y ver cuánto cuesta… pero eso, es lo más sencillo.

La mayor parte del “entendimiento de una empresa” es leer sobre ella

-¿En qué medida le rompió su rutina la pandemia?

Afortunadamente en nada, pues el sector financiero era un sector estratégico y estuvo funcionando continuamente y yo, desde casa, pude seguir analizando empresas y asesorando al fondo. La ventaja de la tecnología en estos momentos es enorme y no es necesario acudir a un registro a por las cuentas anuales o que la empresa te las envíe físicamente a casa… un par de clics y ya puedes continuar.

La pandemia sí supuso una mayor cercanía a través de las Cartas mensuales y de los comentarios por Telegram con los argonautas, algunos de los cuales perdieron familiares o amigos en ella. El Argos, o en este caso yo, en la sección de Varios que puede incorporar algo más personal, tuvo presente a esos argonautas y a sus familiares. Casi como una familia, los argonautas respondieron con su mejor intención arropando con sus oraciones o sus buenos deseos a esos otros de sus compañeros a los que, personalmente, no conocen. Fue un periodo muy intenso, pero sirvió para unirnos más a todos y saber que la nave, el Argos, iba a salir con bien de la pandemia, como así ha sido, gracias a Dios.

-¿Le ha sacado algún provecho al Covid?

Si, desde luego… la vida sigue y la responsabilidad respecto al patrimonio de los argonautas es permanente. Incluso en una situación como ésta, la responsabilidad es procurar que los argonautas ganen dinero en el medio y largo plazo.

La pandemia llevó a los mercados a niveles no vistos desde hacía mucho tiempo y, como les dije a los argonautas en las Cartas, es posible que esta tormenta nos deje muy mojados, pero saldremos adelante y con las velas dispuestas. Tanto es así que pudimos aprovechar aquellos precios para reajustar la cartera, vendiendo algunas empresas que me gustaban pero para comprar otras que me gustaban mucho y estaban a precios ridículos, por ejemplo Korn Ferry que vendimos hace unos meses con una fortísima revalorización. Ese aprovechamiento de lo que supuso el Covid nos ha llevado a estar en máximos del valor liquidativo; es decir, pudimos aprovechar bien las oportunidades que la pandemia generó.

La historia de los mercados está llena de graves crisis que en su momento parecen el fin del mundo, pero como digo, la vida seguirá, no es el Apocalipsis y en el futuro echaremos la vista atrás y veremos que la caída de los mercados por el covid se quedó en nada comparado con los precios en los que cotizará en el futuro. Lamentablemente, muchas personas perdieron la vida y eso es algo que no se podrá recuperar. Tan solo, como dirían los elfos de Tolkien en El Señor de los Anillos, aún es pronto para canciones y sólo hay ánimo para el llanto y el consuelo a los familiares.

-¿Qué es lo que más le preocupa de la situación macroeconómica actual?

Personalmente y siguiendo el ejemplo de grandes inversores, no pienso mucho en la macroeconomía pues es muy difícil acertar en las estimaciones, por ello no suelo perder el tiempo pensando si subirán tipos o no o si tendremos inflación o deflación o si los estados y bancos centrales harán esto o lo otro. Prefiero dedicar mi tiempo a buscar empresas que puedan generar valor a los argonautas.

Pero, desde luego, opino que toda la creación de dinero nuevo que han venido haciendo bancos centrales y bancos desde hace décadas, toda la enorme cantidad de deuda y apalancamiento de la economía es un lastre enorme para su crecimiento. Los niños ya no nacen con un pan debajo del brazo, ese pan viene con una hipoteca enorme… y algún día habrá que pagarla. Entonces vendrán los llantos y el rechinar de dientes, como dirían en el Antiguo Testamento…

-Por una vez en su vida, utilice la bola de cristal. ¿Qué nos espera de aquí a finales de año?

Jajajaja… creo que la mejor respuesta que puedo dar es la que ofreció John Pierpont Morgan, el célebre J.P. Morgan, a un periodista cuando éste le preguntó ¿qué hará la bolsa en el futuro?.., la respuesta de Morgan fue: “fluctuará”. Creo que no se puede decir más, si queremos decir algo con sentido.

El año está siendo positivo, con un 26% de liquidez el Argos lleva un 12% de rentabilidad aproximadamente… pero esto no es extrapolable. A final de año podemos estar mucho más arriba o darse la vuelta y estar en negativo. Mi objetivo sigue siendo batir al mercado, con dividendos brutos, en el medio y largo plazo. Ahí es donde puedo esperar que lo logremos y que sigamos generando valor a los argonautas de forma prudente y rentable… y de paso, con alguna broma que otra por mi parte.

Es posible que esta tormenta nos deje muy mojados, pero saldremos adelante y con las velas dispuestas

-Y, por último, ¿qué me aconseja que haga con mis ahorros?

Legalmente no le puedo recomendar a nadie que invierta en mi fondo, por evitar el posible conflicto de interés (aunque, evidentemente, estoy encantado de que el número de argonautas crezca, desde luego y son los argonautas los más activos en recomendarlo… más que yo, desde luego), pero con la situación en la que estamos, con un mundo lleno de inflación por lo que tu dinero va a perder poder adquisitivo en el largo plazo, como le comentaba a una argonauta de Madrid por teléfono, tu responsabilidad es invertir para, al menos superar esa inflación -que no es el IPC- y conseguir tener un poder adquisitivo mayor en el largo plazo.

Como consejo general, escribí en mi segundo libro (El inversor español inteligente, Ed. EOLAS, 2016) que los inversores no parten de cero… tienen la rentabilidad del mercado a su favor. Por ello puedes invertir en fondos índice de bajo coste -inferior al 0,5% al menos-; para aquellos que conocen el value investing, desde luego mi consejo sería que invirtieran de manera continua sus ahorros mensuales en fondos value, eso les permitirá, a largo plazo, batir al mercado y con ello lograr un mayor patrimonio final. Aunque, insisto, no es una recomendación, el Argos desde luego está abierto para quien lo considere su nave de preferencia; quien quiera ser “rey, príncipe y héroe”, el Argos estará encantado de acogerles.