No siempre es malo ser el último de la clase. Es lo que le ha pasado a los bancos españoles en el ejercicio anual de transparencia que elabora la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), en lo referente a la ratio de capital. Y no es ni la primera ni la segunda vez que sucede. Es la cuarta y además, consecutiva. No aprendemos.

Hablamos de la ratio de capital CET1 al cierre del segundo trimestre del ejercicio de las diez entidades españolas más significativas. El caso es que las entidades españolas registraron una ratio, en su variante transicional, esto es, teniendo en cuenta su implementación gradual, del 13,18%, muy por debajo de los bancos de Lituania, los mejores del ranking con una ratio del 25,91%. La media de los 116 bancos analizados fue del 16,33%.

¿Y ahora qué?, se preguntarán. Pues ahora nada, o mejor dicho, todo, porque esto nos confirma que un buen banco no es el que tiene mucho capital sino poca morosidad. ¿De qué me sirve tener una ratio CET1 del 25% si mi morosidad está disparada?

A estas alturas de la película nadie duda de que los bancos españoles, si no son los mejores de Europa están cerca de serlo y prestan un servicio fundamental a las familias y las empresas de nuestro país. Y eso siendo los últimos de la clase en cuanto a capital.

Un ejemplo reciente de lo que decimos es el suizo Credit Suisse. Antes de entrar en crisis, en 2022, y ser vendido (regalado) a UBS tenía una ratio de capital CET1 del 14,1%, considerado robusto por las autoridades y por encima del actual 13,18% de la banca española.