A Ibercaja no le hace ninguna gracia salir a bolsa, y menos aún en las condiciones actuales de mercado. Si lo hace -de momento se lo está pensando- será por imperativo legal y porque las otras dos opciones que tiene no han salido adelante. “Jurídicamene somos un banco, pero el espíritu es de caja de ahorros”, afirmó el presidente, José Luis Aguirre, el pasado mes de abril, durante la presentación del Plan Estratégico 2021-2023.

¿Qué otras opciones hay, aunque estén prácticamente descartadas? La incorporación de un socio y la constitución de un fondo de reserva antes de 2025.

El objetivo es reducir la participación de la Fundación Ibercaja en el banco, desde el 88% actual hasta algo menos del 50%. La Fundación no perderá el control bajo ningún concepto.

En el contexto actual, salir a bolsa es el mal menor. Ahora bien, el mercado no acompaña: la valoración del banco estaría entre los 1.000 y los 2.100 millones, muy lejos de los 4.000 millones en los que fue valorado inicialmente. El banco tiene hasta enero de 2023 para cotizar en el mercado continuo, aunque está analizando la posibilidad de hacerlo este mismo otoño, según Cinco Días. Sea como fuere, la entidad tampoco anda sobrada de fuerzas. El crédito no acaba de arrancar y el beneficio del primer semestre se debió, principalmente, a la liberación de provisiones.

En cualquier caso, lo que no se plantea la entidad aragonesa, bajo ningún concepto, es fusionarse

En cualquier caso, lo que no se plantea la entidad aragonesa, bajo ningún concepto, es fusionarse. Es el mandato de su principal accionista: “La Fundación quiere tener un banco aragonés”, sentenció Aguirre en abril, y el discurso sigue más vigente que nunca.

ERE Sabadell y tarjetas Caixabank

La semana bancaria ha estado marcada, además, por el ERE del Sabadell. El banco ha planteado la salida de 1.900 empleados, el 12,5% de la plantilla en España, mediante prejubilaciones y salidas voluntarias. Además, ha contratado a Manpower para recolocar a los salientes que lo deseen. Ya veremos en qué queda finalmente el ajuste, que se produce seis meses después del que se propició la salida de otros 1.800 empleados.

Y para terminar, la tarjeta de débito gratuita de los clientes de Bankia, que Caixabank ha retirado. En realidad, el banco que dirige Gonzalo Gortázar también ha endurecido las condiciones para los clientes de la propia entidad y a muchos de ellos no les ha quedado más remedio que pasarse a la tarjeta de crédito MyCard para evitar pagar los 36 euros de comisión que cuesta la de débito. Menos mal que MyCard permite cargar los pagos solo 48 horas después de realizarlos.

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