Hace unos días, el Gobierno Sánchez anunció a bombo y platillo un acuerdo con la naviera AP Moller-Maersk, para producir en España combustibles verdes para el transporte marítimo. Este plantea una inversión junto a socios privados de unos 10.000 millones de euros, con apoyo de los fondos europeos y puede que también otra inversión pública, pero tras el caos del PERTE del vehículo eléctrico y conectado, más vale no marearse con tantas cifras. Y es que tanto el Gobierno como Maersk están vendiendo demasiado humo porque el proyecto aún está en estudio y busca producir metanol verde con una tecnología aún inmadura y demasiado cara.

El líder mundial del sector de transporte marítimo aspira a producir en nuestro país dos millones de toneladas de metanol verde al año, de los seis millones que necesita para reducir las emisiones de su flota de cara a 2030. Pero no lo haría a través de la gasificación de residuos urbanos y plásticos, una tecnología mucho más madura, sino que apuesta por un combustible sintético a partir de la combinación de hidrógeno verde -el cual aún es demasiado caro y no es rentable- y captura de CO2 -algo que aún necesita desarrollo tecnológico-. Por tanto, Maersk apuesta por una tecnología aún inmadura, que va a tardar tiempo en desarrollar, y demasiado cara en su incursión en la producción de combustibles verdes, frente a otras propuestas en las que ya trabajan las empresas energéticas y que no tienen tanta publicidad de Moncloa.

El hidrógeno verde no es rentable y tardará años en serlo. Dependerá del precio de la luz, del despliegue de renovables, del precio de las emisiones de CO2 y del gas, así como de las obligaciones que la Unión Europea imponga a los transportistas y a la industria para su uso 

Conviene tener en cuenta que el kilo de hidrógeno verde cuesta entre tres y diez euros, según fuentes del sector, y su precio depende mucho del coste de la luz (en concreto en un 70%) y también del tamaño del electrolizador. Este último es el elemento necesario para la electrólisis, un proceso químico que separa elementos de un compuesto por medio de la electricidad y en el caso del agua, separa las moléculas de hidrógeno de las de oxígeno; y si se hace con luz de origen renovable, da pie al hidrógeno verde. Este último podría situarse en tres euros el kilo si hay un coste de luz muy bajo (algo en lo que pueden contribuir los contratos de compraventa de energía a largo plazo, conocidos como PPA) y con un electrolizador de 100 megavatios (MW); y en hasta diez euros con una cara energía y un electrolizador de 4 MW. Otras fuentes del sector apuntan a una horquilla de entre cinco y ocho euros/kilo porque hasta el momento hay proyectos pequeños, pero a medida que vaya aumentando la escala, el precio será más competitivo.

Dadas las cifras, actualmente el hidrógeno verde no es rentable y tardará años en serlo. Para que lo sea dependerá del precio de la luz, del despliegue de energías renovables, pero también del precio de las emisiones de CO2 y del gas (el hidrógeno gris procede de este y hoy resulta más rentable que el verde), así como de las obligaciones que la Unión Europea imponga a los transportistas y a la industria en el uso de hidrógeno verde. Fuentes del sector apuntan a que, en general, con un precio de las emisiones de CO2 en 100 euros/tonelada (del que estamos muy cerca) y con precios de energía renovable por debajo de 30€/MWh (la subasta del Gobierno del 2021 resultó en precios inferiores), el hidrógeno verde sería rentable.

Según Moncloa, la naviera ha identificado España como uno de los lugares más atractivos para producir combustibles verdes, entre otras cosas por “su clima de inversión estable”, algo que contrasta con las alusiones a la falta de seguridad jurídica que han hecho Iberdrola, Repsol y Telefónica

El proyecto que estudia Maersk ha puesto sus ojos en Galicia y Andalucía, y buscaría fabricar el hidrógeno verde usando energía de hasta 80 parques renovables. En esto no hay que olvidar la elevada burocracia de nuestro país, que está haciendo más lento el despliegue de las renovables. Un hidrógeno verde que sería la materia prima para fabricar metanol verde capturando CO2, algo que aún está viendo cómo desarrollar.

Según Moncloa, “la naviera ha identificado España como uno de los lugares más atractivos para producir combustibles verdes, debido a su accesibilidad y disponibilidad de energía renovable y fuentes de CO2 biogénico, su conectividad con rutas marítimas clave, su clima de inversión estable y el alineamiento con la transición verde del Gobierno; en particular, con la ambiciosa Estrategia de Hidrógeno Verde y Transición Justa”. Llama la atención que hable de “clima de inversión estable”, cuando desde diversas compañías (Iberdrola, Repsol y Telefónica) se ha aludido a la falta de seguridad jurídica: así lo han señalado el presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio S. Galán; así como Antonio Brufau y Josu Jon Imaz, presidente y CEO de Repsol, respectivamente, y José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.