No se emocionen, porque, para empezar, sólo se trata de una recomendación, no de una orden, por lo que lo más probable es que termine en nada. Sea como fuere, la noticia es que este miércoles, Bruselas le ha remitido un pliego de cargos en el que insta a Google a desgajar su negocio publicitario, por abuso de posición dominante. La investigación comenzó hace dos años.

Esto ha dicho la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, sobre el buscador: “Recoge datos de los usuarios, vende espacios publicitarios y actúa como intermediario, así que está presente en casi todos los niveles de la llamada cadena de suministro de ‘adtech’. Nuestra preocupación es que Google puede haber utilizado su posición en el mercado para favorecer sus propios servicios de intermediación. Esto no sólo perjudicaría a los competidores, sino también a los intereses de los editores, aumentando al mismo tiempo el coste de los anunciantes. Si se confirma, las prácticas de Google serían ilegales según nuestras reglas de competencia”.

La investigación, como decimos, comenzó hace dos años y todavía no ha concluido, pero lo cierto es que Bruselas en general y Vestager en particular, están hartos de que el buscador haga lo que quiera y mantenga su posición dominante a pesar de las multas que le ha impuesto Europa durante estos años. No han servido para nada.

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La idea de segregar el negocio publicitario -aporta más del 80% de los ingresos del Grupo- no es mala, pero es difícil ejecutarla. “Google está activa en ambos lados del mercado son su servidor de anuncios para editores y con sus herramientas de compra de anuncios y tiene una posición dominante en ambos extremos”, afirma el comunicado de Competencia. “Esto conduce a una situación de conflicto de intereses inherente. Por lo tanto, la opinión preliminar de la Comisión es que solo la desinversión obligatoria por parte de Google de una parte de sus servicios resolvería sus problemas de competencia”, sentencia.

Sea como fuere, lo cierto es que la culpa de lo que está pasando no la tiene Bruselas, sino los propios editores que no se han puesto de acuerdo y no se han enfrentado al buscador para exigirle que pague por las noticias que les ‘roba’.

Así es como ha actuado Google y la manera en la que se ha convertido en parásito, ladrón y censor.

Ya veremos en qué queda todo esto y si finalmente Bruselas sanciona al gigante de internet que, en cualquier caso, no atraviesa su mejor momento tras la irrupción de OpenAI y su ChatGPT.