Breve repaso al contexto: España es el país con más desempleados de toda la Unión Europea y de la OCDE, el coste por hora trabajada no deja de subir, mientras que el absentismo está en récord absoluto. Además, y como guinda del pastel, tenemos al frente a Yolanda Díaz como ministra de Trabajo y a María Jesús Montero y Elma Saiz como titulares de Hacienda y Seguridad Social, respectivamente: entre las tres solo reparten la miseria e intentan recaudar cada vez más.
Con este panorama chulísimo, que diría Yoli, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publica un informe sobre los ingresos fiscales de los 38 países miembro. Y, ¡oh sorpresa!: "la mayor proporción de cotizaciones sociales a cargo de los empleadores dentro del total de ingresos tributarios se dio en Estonia, con un 32,6%", seguida por la República Checa (28%) y España (25,9%).
Traducido: España es el tercer país de la OCDE que más recauda en cotizaciones sociales... y el primero en paro. Todo esto se traduce en que de los 545.400 millones de euros que recaudó Hacienda en 2023, 141.000 procedieron de las cotizaciones sociales, es decir, uno de cada cuatro euros.
El informe pone de manifiesto otro punto, el reparto interno del 100% de las cotizaciones sociales, y España es el tercero que más asfixia al empresario, puesto que las empresas asumen el 74,61% de toda la recaudación de Hacienda vía cotizaciones. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, acertó cuando planteó aquello de que el empleado recibiera el 100% de su nómina, y que luego se encargara él mismo de las cotizaciones, así se vería lo que paga realmente la empresa por cada trabajador.
Volviendo al informe, demuestra cómo el Gobierno de España es totalmente dependiente de estas cotizaciones, mientras que en el promedio de la OCDE las cotizaciones representaron el 25,5% del total recaudado en 2023, en España ese porcentaje asciende hasta el 34,7%, lo que sitúa al país nueve puntos por encima del entorno.
Desde que Sánchez llegó al poder, en estos tormentosos, eternos y turbulentos siete años, las cotizaciones sólo han subido, sin que, evidentemente, el trabajador vea repercutido ni un céntimo de estos aumentos. Contratar legalmente se vuelve misión imposible, y eso sólo acaba en despidos, economía sumergida, parando por tanto las contrataciones y con salarios míseros. ¿No sería mejor subir el salario líquido y reducir o anular las cuotas sociales? Sobre todo en los salarios más bajos.
Es de cajón de madera de pino... o no, porque Elma, Marisu y Yoli lo ven distinto, y por algo son ministras. Elma ya dejó claro que las cotizaciones no son impuestos.













