Ya lo hemos explicado en Hispanidad, pero insistiremos cuantas veces haga falta: cuando el Banco de España habla de “capacidad de financiación” de la economía española, en realidad se refiere a la necesidad de financiación de la economía española, que es justo lo contrario y además es muy negativo.

Pues bien, según el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos, la necesidad de financiación de la economía española se ha disparado y ha pasado de 18.900 millones de euros a 51.400 millones desde noviembre de 2022 a noviembre de 2023. Una bestialidad. De nada sirve que en la comparativa mensual -noviembre de 2023 frente a noviembre de 2022- la necesidad de financiación se hay reducido y haya pasado de 5.200 millones a 4.100 millones. Sigue siendo una barbaridad.

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¿La solución? Recortar drásticamente el gasto público, algo que el Gobierno de Pedro Sánchez no va a hacer bajo ningún concepto, entre otras cosas porque es su manera de camuflar la realidad de la economía española. Sí, el PIB crece, pero es gracias al consumo público, no al privado. En otras palabras, el crecimiento que tanto pregonó Nadia Calviño y del que ahora presume su sucesor, Carlos Cuerpo, es ficticio.

Como también es ficticia la creación de empleo porque se sustenta en el empleo público y en el reparto del mismo trabajo entre más personas: no hay creación de empleo, sino el reparto de un mismo trabajo entre varios trabajadores. Además, las estadísticas se benefician de la huida de jóvenes en edad de trabajar, que se marchan de España en busca de trabajo. Y el consumo de cemento continúa a la baja. 

La economía española no va mal, va peor.