Ha bastado que Christine Lagarde haya reconocido la realidad de lo que está pasando -que la inflación continúa disparada en la eurozona- para que los bancos españoles se hayan revalorizado con fuerza tras la sesión bursátil de este jueves. Todos menos el BBVA, cuyos resultados no han gustado a los inversores.

Los mensajes de la presidenta del BCE, tras la reunión del consejo de gobierno de la entidad celebrada este jueves: “Los riesgos para la inflación se han inclinado al alza, sobre todo en el corto plazo”. “Creedme, cuando las condiciones se cumplan actuaremos porque es nuestro deber”, afirmó. Recuerden que el objetivo del BCE es una inflación del 2% en el medio plazo, muy por debajo del 5,1% actual.

La FED ya anunció que subirá los tipos hasta tres veces durante 2022. El Banco de Inglaterra, este mismo jueves, ha vuelto a subirlos tras hacer lo propio en diciembre, pero el BCE continúa con sus mensajes ambiguos, que lo único que hacen es ayudar a los políticos irresponsables que continúan emitiendo deuda soberana. Insistimos: deuda que pagaremos, antes o después, los contribuyentes vía impuestos.

Una subida de tipos, por mínima que fuera, implicaría el encarecimiento de la deuda soberana española. La tendencia al alza, en cualquier caso, ya ha comenzado: el Tesoro ha colocado este jueves 6.099 millones en bonos a largo plazo a un interés negativo, pero menos negativo que en la subasta anterior.

En definitiva, Lagarde continúa mareando la perdiz mientras los gobiernos irresponsables, el de Pedro Sánchez a la cabeza, siguen engordando la deuda pública soberana. Y podrán seguir haciéndolo durante 2022. “El BCE no subirá tipos hasta que las compras netas de activos no hayan terminado”, afirmó. O sea, que no será antes de final de año.