Saudi Aramco ha aprovechado la subida de los precios de la energía (entre ellos, el del petróleo y el del gas, y que en parte se debe a la guerra en Ucrania), los mayores volúmenes y el aumento de la demanda tras la pandemia. Y todo ello le ha llevado a lograr un beneficio neto récord en 2022 y crecimientos en el beneficio operativo, los ingresos, el flujo de caja libre... y los costes. Pero se ha quedado sin premio bursátil.

La petrolera saudí y la más grande del mundo ha tenido un buen año, como ya se ha podido ver en otras muchas compañías de su sector: Cepsa -propiedad del fondo soberano de Abu Dabi (Mubadala) y del fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group-, la brasileña Petrobras, la española Repsol, la portuguesa Galp, la anglo-neerlandesa Shell, la británica BP, la francesa TotalEnergies, la noruega Equinor o varias de EEUU -HalliburtonChevron y ExxonMobil-. Aramco ha tenido un beneficio récord de unos 151.020 millones de euros, lo que supone un 46,5% más que el obtenido en 2021 y la mayor cifra desde que cotiza en bolsa.

Por su parte, el beneficio operativo ha ascendido a 305.087 millones en 2022, gracias no sólo a los precios más altos del crudo y los mayores volúmenes vendidos, sino también a los “mejores márgenes para productos refinados”, según ha destacado la petrolera, y pese a que los costes operativos han aumentado 299.279 millones. Asimismo, los ingresos han crecido, situándose en 535.188 millones, y el flujo de caja libre ha alcanzado el récord de 139.208 millones. Además, el ratio de apalancamiento se ha situado en -7,9%, frente al 12% del año anterior.

Un “rendimiento financiero récord”, en palabras de su presidente y CEO, Amin Nasser, gracias a que “los precios del petróleo se fortalecieron debido al aumento de la demanda en todo el mundo”. Y para celebrarlo, la petrolera elevará un 4% el dividendo del cuarto trimestre, a 18.280 millones, y el Gobierno saudí será el gran favorecido al ser dueño de casi el 95% de las acciones, además, se recomienda la distribución de acciones gratuitas a los accionistas elegibles.

Sin embargo, Aramco se ha quedado sin premio bursátil: este lunes su cotización sólo tiene un alza del 0,6% tras los buenísimos resultados... quizá porque ya los anticipó, pues en los últimos cinco días ha subido un 3,45%. Eso sí, ha mejorado algo su situación, porque su cotización acumula una depreciación del 10,81% en los últimos seis meses y no del 17%, como le sucedía el pasado noviembre.

De cara al futuro, la petrolera más grande del mundo tiene claro que no puede renunciar a su gran negocio, pero tampoco a la reducción de emisiones: “Nuestro enfoque no es solo expandir la producción de petróleo, gas y productos químicos, sino también invertir en nuevas tecnologías bajas en carbono con potencial para lograr reducciones de emisiones adicionales, en nuestras propias operaciones y para los usuarios finales de nuestros productos”. Y en paralelo, conviene referir que con la mediación de China, Irán y Arabia Saudí (los dos grandes emblemas de las dos ramas del islam, la chií y la suní, respectivamente) han retomado las relaciones diplomáticas, las cuales estaban rotas desde 2016 cuando se produjeron ataques en sedes diplomáticas saudíes en Irán.