Hay que reconocerlo: por el momento, el peligroso majadero Nicolás Maduro está ganando la batalla. No sólo resiste el acoso –sano acoso-, de Donald Trump y de otras democracias occidentales, sino que ha reimpuesto el cinismo marxista en la escena política internacional.

Simplemente, no se va porque no le da la gana. Su poder se mantiene sobre lo que ya es el hambre de la población y sobre el homicidio… de la misma forma que en los años sesenta el castrismo se mantuvo gracias al apoyo de Moscú, el homicidio político (ejecutado a la perfección por el asesino, mitificado en héroe, Ernesto Che Guevara… y ahí continua, sesenta y tantos años después.

En España, el chavismo se impone como modelo progre: en la izquierda sanchista, en Podemos y en los separatistas (de izquierdas y de derechas)

Ni al Nuevo Orden Mundial (NOM) le interesan elementos tan atrabiliarios como Nicolás Maduro, pero el NOM siempre juega con aprendices de brujo. Para responder a la libertad, el NOM crea elementos extremos y luego se sitúa en un punto medio entre el extremismo y el sentido común. Ya saben: siempre que alguien dice que dos más dos son seis y otro alguien le corrige, advirtiendo que dos más dos son cuatro, surge un tercero, el progresista que, en nombre del diálogo y la moderación, acaba concluyendo que dos más dos son cinco.

Y así, Joan Tardá, imagen del separatismo catalán defiende a Nicolás  Maduro en la tribuna del Congreso de los Diputados de España. Pero lo mismo hace el separatista burgués vasco, Aitor Esteban, siempre, naturalmente, por comparación con el fascista Donald Trump.

Maduro se aprovecha de la ideología progresista del dos más dos son cinco

El mismo Podemos… es hijo del bolivarianismo, así que, por más que su líder, Pablo Iglesias trate ahora de mantener distancias, ahí sigue, apoyando a Maduro.

Y lo peor de todo, el socialista Pedro Sánchez, siempre cobardón a la hora de decidir, se toma más molestias en repudiar la muy improbable intervención armada de Estados Unidos para liberar a los venezolanos, es decir, se afana en la postura antinorteamericana, que en tumbar al tirano.

Conclusión: Maduro gana. Si logra superar la presión actual, se mantendrá en el poder, cada vez más tiránico, durante tantos años, como los hermanos Castro.

Al final, el atrabiliario venezolano esta imponiendo la peligrosa tesis de que quien resiste, gana y el cinismo de que no importa negar la realidad si mantienes el poder armado.