En Hispanidad hemos publicado algunas broncas de los obispos de EEUU al actual presidente del país, Joe Biden, por declararse católico pero a la vez, con sus obras, contradecir ese supuesto catolicismo.

Y es que, a pesar de las continuas referencias a su fe católica, Biden ha expresado reiteradamente su apoyo a la agenda del aborto y la ideología de género, ambas totalmente contrarias a la doctrina de la Iglesia católica.

La última -aunque sin citarlo directamente- ha sido la del Obispo de Phoenix (Estados Unidos), Mons. Thomas Olmsted, quien señaló que las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre la Eucaristía también se aplican a los políticos, y resaltó que aquellos que apoyan el aborto y la eutanasia no deben recibir la Sagrada Comunión, recoge Aciprensa.

En la exhortación apostólica Veneremur Cernui, Mons. Olmsted indicó que “la Sagrada Comunión está reservada para aquellos que, con la gracia de Dios, se esfuerzan sinceramente por vivir esta unión con Cristo y Su Iglesia, adhiriéndose a todo lo que la Iglesia Católica cree y proclama que Dios ha revelado”.

“La Iglesia requiere que los líderes católicos que han apoyado públicamente leyes gravemente inmorales como el aborto y la eutanasia, se abstengan de recibir la Sagrada Comunión hasta que se arrepientan públicamente y reciban el Sacramento de la Penitencia”, resaltó.

El Prelado indicó que la Iglesia Católica enseña que el aborto y la eutanasia son pecados intrínsecamente graves y resaltó que “existe una grave y clara obligación para todos los católicos de oponerse a ellos mediante la objeción consciente

El Prelado indicó que la Iglesia Católica enseña que el aborto y la eutanasia son pecados intrínsecamente graves y resaltó que “existe una grave y clara obligación para todos los católicos de oponerse a ellos mediante la objeción consciente”.

La Iglesia reafirma “fielmente su enseñanza perenne sobre la Eucaristía y la digna recepción de la Sagrada Comunión, que se aplica a cada persona”, subrayó.

Mons. Olmsted explicó que “se convierte en un sacrilegio” la recepción indigna de la Sagrada Comunión y añadió que “la medicina espiritual se convierte para esa persona — es aterrador decirlo — en una forma de veneno espiritual”.

“Cuando no creemos realmente en Jesús, cuando no buscamos realmente conformar nuestra vida entera a Él y recibimos a Jesús a pesar de que sabemos que hemos pecado mortalmente contra Él, esto solo conduce a un pecado mayor y a una traición”, lamentó.

El Prelado señaló que el sacrificio de Jesús en el Calvario “se hace presente ante nosotros de tal manera que podamos participar en él, vinculando nuestras vidas imperfectas y pecaminosas al sacrificio perfecto y puro de Dios, y recibiendo todos los beneficios divinos que fluyen de Su sacrificio eterno”.

Mons. Olmsted indicó que la Iglesia actualmente está “experimentando una grave crisis de fe en la Eucaristía” y lamentó que esta crisis ha tenido un impacto en la perseverancia cristiana, que se refleja en el “decaimiento en la asistencia a la Misa, la declinación en las vocaciones al matrimonio, el sacerdocio y la vida religiosa, y la disminución de la influencia católica en la sociedad”.

“En aguas tan turbulentas, nuestra mayor ancla es el mismo Cristo, encontrado en la Sagrada Eucaristía”, recordó

“Como nación, estamos experimentando un torrente de ataques a la verdad”, alertó. “El mensaje del Evangelio ha sido diluido o reemplazado con valores mundanos ambiguos”, agregó.

El Prelado indicó que “muchos cristianos han abandonado a Cristo y a Su Evangelio, volcándose a una cultura secular en busca de un significado que no les puede proporcionar, queriendo saciar un hambre que esta cultura nunca podrá satisfacer”.

“En aguas tan turbulentas, nuestra mayor ancla es el mismo Cristo, encontrado en la Sagrada Eucaristía”, recordó.

Asimismo, exhortó a los fieles a adorar a Cristo “con una reverencia cada vez mayor” y señaló que cada Misa, donde Cristo está presente, tiene un valor “inconmensurable”.

El Prelado señaló que recibir la Sagrada Comunión “sólo por rutina, sin estar abiertos al Señor” significa que no recibimos todas las gracias que Dios quiere darnos y recordó que la fe es el “primer requisito esencial” para recibir todos los beneficios y efectos de la Sagrada Comunión.

“Existen situaciones en las que podemos honrar más a Dios absteniéndonos de la Sagrada Comunión que satisfaciendo un deseo personal de recibirlo sacramentalmente en la comunión”, concluyó.