Pedro Sánchez continúa con su paripé de la fingida alianza con Podemos, que el malvado Pablo Iglesias rechazó: ¡ay dolor! Pablo Casado continúa con su particular vodevil: ofrezco el abrazo del oso de España Suma a Ciudadanos y a Vox, pero aquel no quiere porque Rivera -¡Ay dolor!- es insaciable y porque Abascal tampoco quiere porque es un ‘fachas’.

No se trata de un pacto firmado y rubricado, que no hace falta, pero sí de un acuerdo mutuo que resulta más eficaz cuanto menos se explicite.

Ideológicamente, Sánchez se enroca en su progresismo radical y Casado en su centro-reformismo inane

Por fin, Pablo Casado se ha puesto de acuerdo en algo con el presidente en funciones: hay que volver al bipartidismo PSOE-PP, hay qu fagocitar, por las buenas o por las malas pero siempre con hipocresía, a Podemos, a Ciudadanos y a Vox.

Ideológicamente, esto supone que Sánchez se enroca en su progresismo radical y Casado en su centro-reformismo inane. En unas nuevas elecciones, Podemos puede acabar convertido en Izquierda Unida,  es decir en el comunismo español de retales, o regresar al perroflautista 15-M, de donde surgió.

y Ciudadanos puede convertirse en un partido poco serio que pasó de la socialdemocracia al liberalismo manteniendo la misma ausencia de principios de siempre.  

Por su parte, si cae Vox o si se convierte en un partido ‘nacional’ sin poso cristiano, el voto católico se queda sin lugar y condenado a taparse la nariz y votar otra vez al Partido Popular, que lleva dos décadas como el principal traidor a los principios no negociables de Benedito XVI (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común) que aún dicen defender desde Génova. 

Con Vox en declive y la campaña contra Rocío Monasterio el voto católico se queda otra vez en fuera de juego

Aunque el voto católico es un enemigo al que siempre se desprecia pero al que se sigue temiendo. Por eso, y por si la caída de Vox no fuera tan libre y hubiese que forzarla hay una campaña del PP y de su monaguillos, -por ejemplo, del radiofonista Federico Jiménez Losantos- para convertir a Vox en una derecha pagana. De ahí los feroces ataques a Rocío Monasterio, la cabeza y el corazón mejor amueblados de Vox, campaña donde colabora con entusiasmo el Partido Popular.

Verbigracia: el brutal ataque contra su residencia personal por una falta de permisos inmobiliarios que es práctica habitual e inevitable, en toda España.

En cualquier caso, Pablo Sánchez y Pablo Casado están de acuerdo en algo, por vez primera: hay que volver al bipartidismo mediante unas elecciones y terminar con la oposición. Porque el quinteto queda muy democrático pero es un peñazo.

Ideológicamente, Sánchez se enroca en su progresismo radical: aborto, eutanasia, feminismo, LGTB, ataques a los católicos y extorsión económica de la Iglesia, terminar con la libertad de expresión mediante los delitos de odio, acabar con la libertad de enseñanza de los padres… ni Podemos logra superarle en cristofobia. O sea, en progresismo.  

Mientras, Pablo Casado, con su centro-reformismo inane, pretende convertir, al igual que sus antecesores, el gobierno en un ‘gestierno’ en un consejo de administración, amoral  y desideologizado… que esto de los  principios les da mucho vergüenza a los casadistas, cada día más parecidos a los marianistas y a los aznaristas.