La vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, se ha empeñado en mantener el calendario de cierre de las nucleares previsto en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para el periodo 2027-2035. Sin embargo, todo el sector eléctrico le dice que eso es imposible.

En su momento, en la anterior legislatura, la negociación con las eléctricas propietarias (Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP) de los siete reactores que actualmente están operativos fue larga. Como es lógico, las que más presionaron fueron las que más presencia tienen en la energía nuclear (Endesa e Iberdrola), de hecho Endesa pedía que se apostara por 50 años de vida útil, sobre todo, por el plazo de amortización de los reactores catalanes (Ascó I, Ascó II y Vandellós II), mientras Iberdrola era más partidaria de que la vida útil fuera de 40 años, porque su plazo de amortización es inferior. Al final, la vida útil se quedó entre 44 y 48 años con el siguiente calendario de cierres: en 2027 Almaraz I, en 2028 Almaraz II, en 2029 Ascó I, en 2030 Ascó II, en 2033 Cofrentes, en 2034 Vandellós II y en 2035 Trillo.

Sólo para reemplazar los 4 GW que dejarán de estar disponibles hasta 2030 (los dos de Almaraz y los dos de Ascó) harían falta unos 15 GW de eólica y solar

Las eléctricas accedieron a apoyar el PNIEC. Ribera, que entonces sólo era ministra, les convenció vendiéndoles el gran avance que iba a tener la tecnología de almacenamiento de energía. El plan sigue en pie, pues el borrador del PNIEC fue enviado a Bruselas el pasado 31 de marzo, pero las eléctricas ya no están tan convencidas. Ahora dicen que no se van a poder cerrar nada más que los reactores de Almaraz I y Almaraz II, o sea, los primeros del calendario, porque la tecnología de almacenamiento de energía va a tardar en llegar y desde luego no estará lista antes de 2027 para ayudar a sustituir a la nuclear. Mientras, la normalidad continúa en el sector: la semana pasada, los reactores de Almaraz y Vandellós recibieron la renovación de su autorización para operar 10 años más, concretamente, hasta el 1 de noviembre de 2027 y el 31 de octubre de 2022 para los extremeños y hasta el 26 de julio de 2030 para el catalán (el cual tendrá que solicitar una nueva renovación más adelante, pues su cierre está previsto para 2034).

Conviene recordar que esta energía es “parte esencial” para lograr los objetivos del PNIEC pues no emite CO2: aportó el 21,41% de la producción de electricidad en España en 2019 y el 36,15% de la generada sin emisiones, según el último informe anual de Foro Nuclear. El pasado febrero, José Bogas, CEO de Endesa, ya manifestó sus dudas de que se pudieran cerrar los reactores de Ascó y Vandellós. Unos meses después, en mayo, el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, donde se afirma que habrá subastas, pero sin fijar un objetivo de capacidad (antes se hablaba de subastar 3.000 megavatios renovables al año). Y al hilo de esto, no hay que olvidar que para sustituir cada gigavatio nuclear se necesitan entre tres y cuatro gigavatios (GW) eólicos y solares, según fuentes del sector nuclear, que añaden que sólo para reemplazar los cuatro GW que dejarán de estar disponibles hasta 2030 (los dos de Almaraz y los dos de Ascó) harían falta unos 15 GW de eólica y solar.

Estas cifras y el retraso en el desarrollo de la tecnología de almacenamiento de energía complican bastante que el calendario planeado por Ribera pueda llegar a buen puerto.