PRISA ha publicado este miércoles sus resultados del ejercicio cerrado de 2020 y, como era de esperar visto lo visto en nuestros análisis del resultado del grupo en los trimestres anteriores, no traemos buenas noticias. Los ingresos de explotación, es decir, aquellos que proceden de su actividad normal, han descendido un 27,4% respecto a 2019, pasando de 964,9 millones de euros a 700,6 millones de euros. Menudo palo. Este descenso de la cifra del resultado se ha visto reflejado sobremanera en su resultado neto comparable que ha sido en 2020 inferior en un -427% al del año anterior. Hemos utilizado en este análisis la cifra del resultado neto comparable del grupo debido a que no nos olvidamos, espero que ustedes tampoco, de las importantes desinversiones que ha abordado PRISA en 2020 como, por ejemplo, la venta de su ‘joya de la corona’, Ediciones Santillana. Veremos si el reciente nombramiento del armenio Joseph Oughourlian como presidente no ejecutivo tiene un impacto positivo en el futuro del grupo.

Ya hemos visto el varapalo que ha sufrido la cifra de facturación del grupo durante 2020 de manera comparativa con el ejercicio anterior. Analicemos ahora si los gastos de PRISA se han reducido en igual manera, a ver si al menos se puede salvar la gestión de los dirigentes del grupo. Concluimos ya, para no crear falsas expectativas a nuestros queridos lectores, que tampoco esto ha sido así. Los gastos del grupo han descendido en menor medida que los ingresos de PRISA en 2020 respecto a 2019. Un descenso únicamente del 23%.

Vayamos ahora con el estudio de la capacidad de generar recursos a tenor del conocido EBITDA. La mala gestión de los recursos del grupo se ha visto reflejada en este indicador. El EBITDA de PRISA ha descendido en un 53,8% con respecto al año anterior, pasando de ser de 138,2 millones de euros a 63,9 millones de euros. De manera especial, el impacto ha sido severo en su negocio en Iberoamérica, que ha descendido un 45,4% respecto a 2019. Dichoso Covid, dirá el grupo. Nosotros no creemos que esta afirmación sea del todo cierta.

Hemos utilizado en este análisis la cifra del resultado neto comparable del grupo debido a que no nos olvidamos, espero que ustedes tampoco, de las importantes desinversiones que ha abordado PRISA en 2020 como, por ejemplo, la venta de su ‘joya de la corona’, Ediciones Santillana

Trataremos a continuación la evolución de la deuda con sus principales acreedores, las entidades financieras. Ante la insostenible situación de deuda del grupo, éste decidió acometer una serie de operaciones de desinversión en 2020 destacando la enajenación de Media Capital y de la mencionada Santillana España, que generaron una caja de 40 millones de euros y de 411,2 millones de euros, respectivamente. De no haber sido por estas ventas, pobre del que tuviera acciones en el grupo.

Esta estrategia ‘obligada’ de desinversión se ha visto reflejada en la reducción de su deuda bancaria. La deuda bancaria total de PRISA ascendía en 2019 a 1.061,1 millones de euros y a cierre de 2020 en torno a los 679,3 millones de euros, lo que supone un descenso de la deuda bancaria del grupo entre períodos de un 36%. Pero claro, cuando se tiene tanta deuda, a poco que hagas para reducirla es digno de valorar, y más en estos tiempos que se valora mucho el esfuerzo y no tanto el buen hacer.

El flujo de caja de PRISA entre 2019 y 2020 ha mejorado, y mucho, pero todo ello teniendo en cuenta, principalmente, las operaciones de desinversión antes mencionadas. Es decir, esto nos indica que PRISA es o ‘era’ un grupo potente que tiene activos valiosos pero que la gestión no es buena. De hecho, la generación de caja ex-ante desinversiones del grupo en 2020 se situó en -64,6 millones de euros, un 220,5% inferior a la misma cifra del año anterior

Como una breve conclusión para ir acabando, PRISA debe espabilar mucho en 2021 para mejorar un 2020 nefasto para el grupo. Bueno, por lo menos, si los gestores del grupo hacen algo positivo, solo algo, habrán mejorado su actuación del año anterior.