El Gobierno húngaro ha llamado a consultas a la embajadora española en Budapest para expresarle su malestar porque el bocazas de nuestro canciller, señor Josep Borrell, se ensañó con Hungría, justo un día antes de arrugarse frente a Reino Unido con el asunto de Gibraltar.

A Hungría la tildó de “pseudodemocracia” y poco menos que xenófoba. Budapest, aseguró el muy diplomático canciller español, practica "una democracia que no es respetuosa ni con la separación de poderes, ni con la libertad de prensa, ni con los derechos de las minorías, ni con las normas del buen funcionamiento parlamentario". Al final, para quedarse a gusto, Borrell aseguró que si dejaban entrar a alguien sería un cristiano, nunca un musulmán. Es muy progre, este chico. Y, sobre todo, su historial de comecuras le precede.

Ocurría esto solo un día antes de que Borrell asegurara, a preguntas del PP, que no iba disputar con el Reino Unido por la soberanía de Gibraltar. Naturalmente, que hablamos del Gobierno actual y fue rectificado por Sánchez en la Cumbre de Salzburgo pero, en cualquier caso, queda claro que el señor Borrell es un bocazas.