Parece que los vientos de cola van llegando a su fin, pues varios indicadores apuntan que la economía española pierde fuerza, aunque el Gobierno prefiere presumir de que es una moderación del crecimiento ya prevista y España crecerá más que sus socios europeos. Es más, el presidente, Pedro Sánchez, se atreve a juguetear con el déficit…

Recientemente, el Ministerio de Economía que titula Nadia Calviño ha sacado pecho en Twitter  de cumplir con la transparencia y ha señalado que “los últimos datos confirman la moderación ya prevista del crecimiento, que se mantiene fuerte en España. Gobierno, organismos y analistas coinciden en que creceremos el 2.7%. Más que nuestros socios europeos”. Y sí, es cierto que no es solo cosa del PSOE, también del PP: el Ejecutivo de Mariano Rajoy rebajó las previsiones del PIB por debajo del 3% para los próximos años: al 2,7% este, al 2,4% en 2019, al 2,3% en 2020 y al 2,1% en 2020. Pero cuando los socialistas llegaron a La Moncloa (hace justo tres meses) rebajaron las expectativas para el 2020 hasta el 2,2% y mantuvieron el resto.

Es cierto que no es solo cosa del PSOE, también del PP, pero ahora el panorama se ve con menos optimismo 

Si al final se cumple lo previsto, y el PIB español crece un 2,7% este año, significará nada más y nada menos que cuatro décimas menos que en 2017 (3,1%). Y ojo, porque además en el ambiente sobrevuela el riesgo de una nueva crisis mundial, por los problemas de divisas en países emergentes como Argentina, Turquía o Brasil.

El Banco de España coincide con Gobierno y estima que la economía española crecerá un 2,7% este año, pero advierte que deben evitarse las políticas expansivas y priorizarse la continuidad del proceso de consolidación fiscal. O sea, que se intenta reducir el déficit fiscal. Menos optimista es la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIRef), que prevé un aumento del PIB del 2,6%. Por su parte, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) también habla de desaceleración por el entorno externo más incierto.

Banco de España, AIReF y Funcas ya advierten de desaceleración, y encima crece el riesgo de una nueva crisis mundial por las divisas emergentes

Claro que Sánchez prefiere mirar hacia otro lado: su silla de La Moncloa, naturalmente, pues desde que se ha sentado ahí, ha olvidado que quería convocar elecciones de inmediato y suma virajes y rectificaciones por doquier. Por eso, el Gobierno ha vendido la renegociación de los objetivos de déficit con Bruselas y su relajación como una victoria, cuando es un estrepitoso fracaso. Y encima, habrá subida de impuestos.

Por tanto, su política económica se puede resumir en más impuestos, más gastos y más déficit. De hecho, las primeras medidas ya han generado desconfianza en diversos sectores, como el bancario, el tecnológico, el energético o el automovilístico. Incluso el Alto Comisionado para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, ha alertado que “subir los impuestos es siempre un error en el que incurren los que no tiene el coraje de reducir el gasto”, en su entrevista para Actualidad Económica. Además, ha considerado que el riesgo “está en dejar atrás el equilibrio presupuestario y en no realizar reformas para seguir dinamizando la economía, que tiende a ser cíclica y, si no se toman las medidas en la dirección correcta, el déficit puede dar disgustos”.

Y encima habrá más déficit y subida de impuestos... todo vale para lograr el apoyo de Podemos

Al hilo de esto, no hay que olvidar que Sánchez ha elevado el techo de gasto, con el fin de ganarse el apoyo de Podemos y de otros socios que le llevaron a La Moncloa, de cara a los Presupuestos de 2019, pero por ahora, no ha obtenido lo que quería y estaría dispuesto a abrir un poco más la mano… Veremos qué sucede porque ahora su prioridad no es aprobar la senda de estabilidad presupuestaria, sino exhumar a Franco y después aprobar el decreto que le permita quitar el veto al Senado en la Ley de Estabilidad Presupuestaria.

Pero hay más muestras de desaceleración económica. Por ejemplo, el déficit comercial, que ha aumentado un 31,5% hasta junio, casi lo mismo que en todo 2017 (31,9%), por la ralentización del crecimiento de las exportaciones (+2,9%), pese a la buena racha de las importaciones (+5%). También está la deuda pública, que sigue al alza (98,8% del PIB en junio) y por encima del objetivo anual (96,8%). O el estancamiento en la cifra de turistas extranjeros que muestran los datos de julio. Además, la inversión extranjera directa bruta no está para tirar cohetes: subió un 22,2% en el primer trimestre respecto al año anterior, en el que hubo una fuerte inversión, gracias a dos operaciones que aportaron el 30% de la inversión total. Esto es solo una pequeña muestra, pero parece que se avecinan tiempos peores...