• Un tráfico boyante con una conclusión descorazonadora: lo fácil que es comprar un recién nacido.
  • La actuación de las bandas comienza con anuncios como este: "Hola. Niña recién disponible".
  • Las redes engañan a las mujeres, que cobran entre 120 y 650 euros por sus bebés, vendidos después por 1.900 y 3.600 euros.
  • El macabro negocio funciona como un catálogo de supermercado, en el que se tienen en cuenta la raza o el color.
Raro el día en el que la policía de Malasia no detiene a alguna persona por la venta de niños recién nacidos, un tráfico macabro organizado por bandas que cuenta con la complicidad necesaria de funcionarios, hospitales, médicos (ginecólogos, en concreto). Hablamos de auténticas redes criminales que ponen en contacto al cliente que quieren comprar y a madres obligadas o engañadas a vender el fruto de sus entrañas. La cadena AlJazzera pone rostro a compra venta ilegal de niños en Malasia -con un cúmulo muy amplio de prácticas tramposas- para una conclusión descorazonadora: lo fácil que es comprar un bebé en ese país obteniendo los documentos certificados para cambiar la identidad del niño. Babes for sale, así se titula el reportaje que comienza con un avisó inquietante: "Hola. Niña recién disponible. Madre de Indonesia". Las prácticas de las que se hace eco la cadena catarí, desgraciadamente, no son nuevas y abarcan una geografía muy amplia en varios países de sureste asiático y también China, donde el tráfico de personas sigue siendo una práctica ilegal muy extendida. El común denominador de esas regiones es la ausencia de valores de soporte, como los valores cristianos, lo que facilita que se mande a paseo con facilidad un concepto tan básico como el de la dignidad, en el que se funden todos los hombres. AlJazzera no es, desde luego, el único medio que ha denunciado el drama. La británica BBC, otro ejemplo, emitió otro vídeo descorazonador en el que se mostraba a los niños robados en China que eran vendidos después a través de Internet. Es un país, informaba, en el que cada año se denuncia el robo de 20.000 niños. En el caso de Malasia, en concreto, es conocido que lo que las bandas criminales pagan a las madres se sitúa entre 120 y 650 euros (en dólares, entre 200 y 1.000), aunque esos bebés se venderán después por entre 1.900 y 3.600 euros (en dólares, entre 3.000 y 6000 dólares). Los precios varían, no obstante, como en un catálogo de supermercado. Valen más en función de de si la raza china, por ejemplo: cotiza más. Pero en la mayoría de los casos se repite la historia: mujeres solteras o en situación de pobreza, decididas a abortar, momento que comienza a actuar la banda para engañarlas con la complicidad del resto de los peones. Claro, que el problema -hiriente desde todos los puntos de vista- no queda en el tráfico de niños, sino que es bastante más amplio. La policía malaya anunció hace justo dos años un descubrimiento lacerante: las 139 fosas comunes que utilizaban los traficantes de personas en los numerosos campos para retener a miles de hombres, mujeres y niños, convertidos en objeto de trata. Ese fin de semana, precisamente, se ha celebrado un homenaje a esos muertos, enterrados con la dignidad que se vulneró durante sus vidas (en la imagen). Acudieron parte de los supervivientes de aquellas atrocidades. Después de aquel macabro hallazgo en selva malaya de Perlis, próxima Tailandia, las autoridades de este país también confirmaron que la misma pesadilla se repetía a su lado de la frontera. Rafael Esparza