Parece que José Manuel Vargas ha salido de compras, pues Rhône Capital, el fondo del que es socio, quiere controlar el gigante español de explosivos (Maxam). Este fondo de capital riesgo es propiedad de la firma gestora de capital privado Rhône Group creada en 1995 y entró en Maxam en el verano de 2018, al hacerse con el 49%, pero ahora quiere hacerse con una posición de control, comprando una parte del 55% restante que está en manos del equipo gestor.

Vargas es asesor senior de dicho fondo desde 2006 y se convirtió en socio en noviembre de 2017. Entre medias, como bien saben, estuvo al frente de AENA, de la que fue presidente y CEO entre enero de 2012 y octubre de 2017 (aunque presentó su dimisión a finales de septiembre); y antes de eso, estuvo en Vocento durante diez años, de la que fue CEO entre 2008 y 2011; y con anterioridad, por ejemplo, había trabajado en la famosa consultoría PriceWaterhouseCoopers (PwC). En esta ocasión, conviene fijarse en AENA, pues el directivo contribuyó a que el Estado malvendiera el 49% en la privatización que incluyó una salida a bolsa en febrero de 2015.

Vargas valoró AENA en 4.500 millones, pero tuvo que rectificar y la elevó a 8.700 millones: el primer día de cotización ya valía 10.500 millones. Sin comentarios

Recuerden que Vargas hizo una primera valoración de la compañía en 4.500 millones de euros en octubre de 2014 y empezaron las dudas. Por varias razones:

  1. La cifra estaba lejísimos de los 19.000 millones en que AENA fue tasada por la consultora estadounidense A.T. Kearney en 2011, cuando de intentó adjudicar en concesión los aeropuertos de Madrid-Barajas y de Barcelona-El Prat.
  2. También estaba a años luz del peritaje que hizo la consultora McKinsey en 2007, el momento de mayor pujanza del transporte aéreo en España, cuando valoró la compañía en 31.000 millones.
  3. Y luego están las buenas relaciones que tenía con los fondos del accionariado, y las sospechas de que a cambio de una valoración tan mínima, pudiera recibir alguna contraprestación.

Las dudas empezaron a ser tan elevadas que a Vargas no le quedó otro remedio que rectificar y elevar la valoración a 8.700 millones. Y así, fue como se procedió a la privatización del 49%, del que un 28,35% debutó en bolsa el 10 de febrero de 2015, a un precio de 58 euros por acción. Ese mismo día, las acciones se revalorizaron un 20% y la empresa pasó a valer 10.500 millones, y tres meses después, la capitalización ascendía a 11.100 millones.

La acción del gestor aeroportuario cotiza en 117 euros y la capitalización asciende a 17.550 millones actuamente: más pruebas de que se malvendió, en perjuicio del Estado

Actualmente, la acción del gestor aeroportuario cotiza en 117 euros y ya vale 17.550 millones, más pruebas de que el Estado la malvendió en 2015. Y de nuevo, sorprende que en un país en que se investiga casi todo, no se haga lo mismo con la privatización de AENA: Podemos llegó a proponer una comisión de investigación en el Congreso en 2017, pero el tema se ha quedado en los cajones... y ya han pasado más de tres años. 

Y por cierto, no hay que olvidar la multa de 10,5 millones que le puso a PwC el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), dependiente del Ministerio de Economía, por faltar a su deber de independencia al haber auditado y asesorado a AENA al mismo tiempo. Una relación en entre AENA y PwC un tanto curiosa, pues Vargas había trabajado para dicha consultoría.