La nueva etapa de Gas Natural Fenosa con Francisco Reynés tiene ante sí el hito que marcará el plan estratégico en el que trabaja el presidente y consejero delegado, aunque no se conocerá hasta junio. En el entretanto, sin embargo, hay una serie de factores a tener en cuenta, que ayudan a entender la positiva evolución en bolsa, por un lado, y una avanzadilla de por dónde van los tiros en la nueva etapa.

Adell es hombre de confianza de Isidro Fainé, como Reynés, pero también pieza clave del nuevo gobierno corporativo

Básicamente, son dos. En primer término, que Reynes tiene un contrapeso en el poder ejecutivo que ha pasado inadvertido. Está en Ramón Adell, consejero desde 2010 de Gas Natural Fenosa, miembro de su comisión ejecutiva desde 2016 y desde febrero, consejero coordinador, además de catedrático, auditor y analista financiero.

Ese nombramiento no fue casual, como quien dice, sino que se había pactado con los fondos durante la venta del 20% de Repsol a CVC. Es una parte de la nueva realidad, también accionarial, de Gas Natural Fenosa: entre el británico CVC y el americano GIP suman un 40%. La otra, como veremos, está en una idea que va dejando caer Reynés: que GNF gane en eficiencia más que en tamaño; es decir, en reducir y simplificar su estructura.

El cargo de Ramón Adell se ajusta, por tanto, a algo más de lo que implica en cualquier empresa y, en concreto, al caso de Gas Natural, que no tiene consejero delegado, un número dos, en fin, que casa con la exigencia que puede plantear el 40% del capital frente al principal accionista, Criteria (24,4%).

Adell es un hombre de confianza de Isidro Fainé, el anterior presidente (y también de Criteria), del mismo modo que Reynés, pero también es una de las piezas del nuevo gobierno corporativo. Dicho de un modo coloquial, una especie de controller que lo fondos aceptaron.

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Dicho sea, en consonancia con lo que ya hemos explicado con un punto clave: corresponde a Criteria el nombramiento del presidente y al consejero delegado. Dicho de otro modo, nadie va a discutir la doble función ejecutiva asumida por Francisco Reynés, a la que Repsol dio su bendición y fue recogida después en la negociación con CVC.

En paralelo a ese organigrama discurre la presión de GIP y CVC a Reynés para reducir la estructura de GNF, que es el modo, junto a las desinversiones, de monetizar su inversión. Un precedente en ese sentido, a la voluntad de GIP, ha sido la venta del 20% de la red de distribución de gas por 1.500 millones.

Los fondos GIP y CVC, en su línea, presionan para monetizar su inversión, como con la venta del 20% de la red de gas

Ese empeño, ahora, con el 40% en manos de los fondos, tiene otro barómetro: prescindir de todo lo que sea necesario para reducir costes.

Nada está descartado en ese sentido y todo está bajo análisis, lo cual ha creado ciertos recelos en la entrada del propio Reynés. Lógicos, por otra parte.

Todo entra en esa amplia lupa, como decía, para ganar en eficiencia y ahorrar costes. Y a partir de ahí, todo son interrogantes: los posibles ajustes de la plantilla, ahora en 20.000 trabajadores, y de qué modo (¿despidos, prejubilaciones?), externalizaciones de servicios o la simplificación de estructura, interna -en los propios negocios de generación o distribución, por ejemplo-, geográfica -en las divisiones o áreas internacionales, ahora Europa, Chile y resto de Hispanoamérica- y el resto de elementos que juegan en ese campo tan amplio.

Es, en fin, y con mensajes más o menos directos y sin desvelar el plan estratégico, lo que ha aupado la cotización de GNF desde la entrada de Reynés. La acción estaba en 17,69 el 6 de febrero (tras derrapar desde enero, en 20,70, por las dudas del impacto regulatorio), y ahora en 19,76 euros. Ha recuperado buena parte de lo perdido.