La fusión BBVA-Bankia, que la ministra Calviño se propuso reactivar justo antes del estado de alarma por exigencias del PNV, está paralizada por culpa del desplome bursátil de la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri. La valoración actual de Bankia en bolsa es de 2.320 millones de euros. Un desastre si tenemos en cuenta que, además, la entidad sólo ha devuelto 3.082 millones de los 22.424 millones que recibió como ayuda pública para su rescate.

En otras palabras, la privatización de Bankia está hoy más lejos que antes de la pandemia, que ya es decir. Lo cierto es que vender paquetes de acciones en bolsa es, actualmente, un suicidio para las arcas públicas. ¿Recuerdan cuando los títulos luchaban por superar los 3,5 euros? Este jueves se mueven en los 0,7 euros.

Privatizar vía fusión tampoco es una buena idea en estos momentos, ni siquiera con BBVA. Uno de los escollos para la operación, la pretendida por el PNV ya que facilitaría la sustitución de Carlos Torres por Goirigolzarri, son los fondos del BBVA. Sólo entre Blackrock (5,9%) y Norges Bank (3,3%), controlan el 9,2% del capital del banco, según datos de la CNMV. Y, aunque es cierto que no están en el día a día de la entidad, también lo es que no están dispuestos a perder dinero ni a estar a merced de lo que ordene y mande el Gobierno.

El Ejecutivo tendría muy complicado echar a Torres, por mucho que se empeñara el PNV, ya que el Estado, dueño del 61,8% de Bankia, afloraría sólo con el 8,5% del capital de la fusionada, frente al 9,2% de los fondos, accionistas de referencia. Y los fondos, a día de hoy, apoyan a Torres. A Moncloa, eso sí, siempre le queda la opción Villarejo.