Si algo caracteriza al presidente de México, José Andrés López Obrador, es su demagogia y su cristofobia. Ahora exige que España y el Papa Francisco pidan perdón a México por la conquista de aquel país a aztecas y mayas. Pero ni la Iglesia ni España tienen que pedirle perdón a México, Es México quien debe estar agradecido a los españoles que, animados por la Iglesia, cristianizaron México consiguiendo con ello dos efectos: acabar con el infierno de una religión homicida, cuya especialidad era la sumisión de las masas mediante los sacrificios humanos a unos dioses siempre sedientos de sangre -su especialidad era la extracción del corazón en vivo- y civilizar México, donde los españoles crearon el urbanismo, las primeras catedrales, los primeros colegios y las primeras universidades.

Pero Pedro Sánchez es prisionero de su propia cristofobia cuando se trata de la hispanidad

Lo que sí es verdad es que tanto España como México deberían pedir perdón al Papa y a la Iglesia por la persecución de católicos –las dos más fuertes que se recuerdan- durante el siglo XX. Es decir, perdón por la matanza de cristianos ejecutada por la II República española y por la persecución a los cristeros por parte del presidente Plutarco Elías Calles y compañía. Es más, desde que España se aleja de México, México se convierte en un país masónico, probablemente una de las masonerías más anticlericales y asesinas que hayan existido.

La Iglesia cristianizó y civilizó México pero el demagogo presidente mexicano se apunta a la leyenda negra

Pero no lo duden: como al frente de España pulula un cristófobo de la talla de Pedro Sánchez, a lo mejor accede a pedir perdón por las ‘tremendas’ ofensas españolas a los mexicanos, sino al demagogo de López Obrador. Le veo muy capaz. Es cierto que la primera reacción ha sido  de firmeza frente a la ofensiva tontuna de Obrador pero yo no me fío.

¿Hubo abusos por parte de los conquistadores españoles en México? Seguro que sí. Como en toda conquista humana. Pero no deja de ser una gota de agua en un océano. España dio a México su fe, su lengua, su cultura y su primer progreso material. 

López Obrador debería ver Apocalypto, que, dado el complejo de inferioridad de los españoles de hoy respecto a su historia, tuvo que ser rodada por un australiano.