• No puede reducir los impuestos nucleares, como piden, por las primas a las renovables.
  • Tampoco puede prescindir de la nuclear por el peso que tiene el sistema energético (22%).
  • Y no quiere asumir el riesgo político de defenderla con un Parlamento antinuclear.
  • La presión de Cristina Narbona no ha cesado desde que se incorporó como consejera al CSN.
  • El cierre de los siete reactores nucleares en España es mucho más que una hipótesis.
El ministro de Energía, Álvaro Nadal, quiere salir del atolladero en el que está metido por el lío de las centrales nucleares y ha pedido al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que analice su propuesta de dar dos años a las eléctricas para que decidan su futuro. Más margen, sí, a menos de un mes del primer test, la central de Almaraz (en la imagen)sobre la que tenían que decidir sus tres propietarios (Iberdrola, Endesa y Gas Natural); antes del 8 de junio, en concreto. Y la siguiente en la lista es la de Vandellós, el 26 de julio. De ese trámite depende el arreglo de los permisos posteriores para que puedan alargar la vida útil de las centrales más allá de los 40 años. O sea, no es ninguna broma. La legislación actual marca un plazo de tres años, antes de que caduque la licencia para pedir la renovación -los señalados en los casos de Almaraz y Vandellós, aunque son dos de las cinco centrales españolas. Con el resto pasa lo mismo hasta 2024. Lo que propone Nadal al CSN, en ese contexto, es dar dos años a los propietarios mediante un cambio legal, mientras le vienen los palos de todos lados: desde las eléctricas (la primera en estallar fue Iberdrola) y desde los partidos, aunque están claramente en contra el PSOE, con el que busca un acuerdo, y Podemos, que no cuenta para el PP. Pero si a esa realidad se añade que España depende en un 22% de la energía nuclear, la conclusión, el fracaso del ministro, es verde -como corren los tiempos- y con asas. O blanca y en botella, como prefieran. Nadal dará más plazo a las eléctricas para que lo piensen, pero el problema no varía porque la unanimidad en el sector es clara: con la carga fiscal que soportan, el negocio nuclear no es rentable. Ese ha sido el paripé nuclear desde que estalló Sánchez Galán, desde Iberdrola, para acabar con el impuesto del 7%. El problema de encaje que encuentra Nadal está en las subvenciones de 7.000 millones anuales a las energías eólica y solar. El Gobierno no está dispuesto a correr ningún riesgo político con el Parlamento mayoritariamente contrario a la energía nuclear. Así están las cosas. El CSN tiene ya la propuesta de Nadal, cuando fue a Nadal a quien comunicó, nada menos que en febrero, una serie de soluciones, pero el ministro ha dilatado el proceso hasta ahora, mientras se rebotaban las eléctricas en el entretanto. En el CSN, por cierto, está como consejera desde 2012 Cristina Narbona, contraría a la energía nuclear. Les hemos informado ya de que las eléctricas han amenazado con el cierre de los siete reactores nucleares. Ese cierre no es una hipótesis, sino mucho más que una hipótesis porque Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa no van de farol. Las tres han pedido al Gobierno un modelo compatible con la transición energética a la que vamos y eso pasa por reducir los impuestos especiales a la energía nuclear, como el 7% y otras tasas que introdujo la reforma Soria para salvar el déficit de tarifa y otras más, en términos de coste, por las nuevas exigencias de seguridad desde el accidente de Fukushima. Rafael Esparza