La hispano italiana Endesa ha presentado sus resultados al tercer trimestre (en el documento adjunto), sumida en algún que otro contencioso que podría afectar a corto y medio plazo de una forma sustancial a sus cuentas. Por una parte, el litigio que tiene en Suramérica la matriz, Enel, que va detrás de oportunidades en varios países, en competencia con otras eléctricas españolas. Busca de compañías en dificultades en esa región, seguramente con la intención de hacer lo mismo que en España: vaciar la liquidez de la empresa mediante dividendos del 100% de sus beneficios. Por otra parte, ha tenido que defender ante la CNMV la ampliación de la vida útil de sus centrales y otros aspectos relacionados con las cuentas de 2017 y 2018, lo que supondría unos deterioros de más de 100 millones de euros (M€), como mínimo.

Centrándonos en el momento actual, el resultado de Endesa hasta septiembre ha sido de 1.193 M€, un crecimiento del 10% respecto a igual periodo del 2017. Las ventas, después de la pérdida del Ayuntamiento de Barcelona, continúan en una atonía de la que le va a ser difícil recuperarse, aunque han sido de 14.650 M€, un 1,4% que en el mismo periodo del pasado ejercicio (14.449 M€), con un total de ingresos de 15.353 M€.

La deuda se sitúa ya en 6.846 millones, una barbaridad, cuando ha invertido en España solo 735

La alta pluviometría en el año y la relativa tranquilidad del mercado de los combustibles fósiles son una inestimable ayuda para no entrar en cifras excesivamente peligrosas, ya que los aprovisionamientos solo han crecido un 2,4%, a 11.082 M€, y otros aprovisionamientos y servicios, un 31,4%, debido a operaciones de derivados de materias energéticas y el menor gasto por el bono social.

A lo anterior hay que añadir el incremento en los gastos de personal, del 4,6%, la disminución en los expedientes sancionadores y tributos y tasas, el crecimiento de los gastos de explotación, de solo un 1,2%. Así, el Ebitda ha crecido en un 9,5% más respecto a 2017 y llega a los 2.791M€.

Me resulta fácil imaginar cómo hubiese sido el Ebitda en las difíciles situaciones climatológicas que hemos vivido en ejercicios anteriores, con los problemas añadidos por la progresiva pérdida de clientes. Las cifras actuales son inimaginables, muy por debajo, evidentemente, de las que luce el balance de Endesa.

Después de un aumento en 75 M€ de amortizaciones, el resultado de explotación queda en 1.644 M€, que representa un 11,4% más que en 2017. De esa cifra, 627 M€ son producto de generación y comercialización; 1.059 M€, por la distribución; -39 M€  de estructuras y servicios, y -3 M€ por ajustes.

El Ebitda sube un 11,4% (a 1.644 millones) por generación y comercialización; en el resto de áreas, cae

En las cuentas de Endesa de los últimos tiempos hay un capítulo recurrente que casi he decidido dejarlo ya escrito para un próximo artículo. Se repetirá, ya que a los italianos de Enel, dueños del 70,10%, casualmente o no, les sigue importando muy poco lo que cueste mantener su política expoliadora (perdón, de retribución a los accionistas). Sí, está claro que la deuda financiera neta, de diciembre de 2017 a 30 de septiembre, ha crecido en 1.655 M€. Vamos, una barbaridad del 33,2%. De esos millones, 1.463 se han marchado en dividendos.

Ahora, la deuda financiera bruta se sitúa en nueve meses en los 6.846 M€, mientras que en los 12 del 2017 era de 5.392M€. Vamos, una absoluta barbaridad, cuando de aquí, en inversiones netas, solo han salido 735M€.

Deuda, deuda, deuda. Siempre la misma historia con Endesa. Y es que unos 2.600 M€ de generación de caja no dan para pagar estos dividendos, amortizar deudas y mantener inversiones sin seguir incrementando la deuda.

Una cosa queda clara: el compromiso de los italianos con España. Y el que venga detrás, que arree.