Eso que ven es un cartel polaco que pide la generalización de  la comunión en la boca y supongo que de rodillas. No, no es una cuestión menor. No digo que quien comulga en la mano lo haga indebidamente, pero sí digo que Pablo VI dejó bien claro que la fórmula más aconsejable para recibir el cuerpo de Cristo era directamente en la boca y de rodillas. Ocurre que, ya antes de la pandemia, la excepción se convirtió en regla. 

Con la pandemia, lo que era un derecho -comulgar en la mano- acabó por ser un deber. Y encima, la generalización de la comunión en la mano, mezclada con la pretendida higiene anti-virus, se está prestando a muchos artificios y no pocos abusos.

En algunas iglesias madrileñas hay gente, poca, que comulga en la boca y de rodillas: la reconquista ha comenzado

En plata, la situación puede resumirse así: en Polonia, el único país católico que queda en Europa -sí, el único- luchan por la comunión en la boca. Por tanto, imitemos a los polacos: todo el mundo a comulgar, con las debidas disposiciones, sobre todo la de estar libre de pecado mortal, a comulgar en la boca, que las manos de los fieles no han sido consagradas. 

No es una cuestión menor en estos tiempos, porque el ataque a la Eucaristía se recrudece con la excusa de la pandemia. El cierre de templos, la suspensión de eucaristías públicas (en Argentina, católicos consecuentes han tenido que forzar una campaña titulada "Misas con Fieles", que tiene bemoles la copla), y las reducciones forzosas de aforo, cuando no el arresto domiciliario puro y duro, como en abril, dan buena cuenta de cuál es el objetivo principal, no digo que de todos, pero sí de los cabecillas de Nuevo Orden Mundial (NOM): cargarse la Eucaristía. O la nota de color: prohibir cantar en las Iglesias porque contagia.

Ningún sacerdote tiene derecho a negar la comunión en la boca. Comulgar en la mano es un derecho, no un deber

Y así, aparece la reacción a la polaca, aunque me temo que aún escasa. Compruebo que en algunas iglesias madrileñas hay gente, poca, que comulga en la boca y de rodillas: la reconquista ha comenzado. 

En cualquier caso, ningún sacerdote tiene derecho a negar la comunión en la boca. Comulgar en la mano es un derecho, no un deber. Y es el fiel, no el oficiante, quien decide cómo comulga. 

Con el coronavirus, se están produciendo muchos abusos en la manera de recibir la comunión en la mano. Conclusión: se están disparando las profanaciones ante la inacción episcopal

Curiosamente, lo que sí puede hacer el sacerdote -y me temo que no se hace tanto como se debiera- para evitar el escándalo, es negar la comunión a quien sabe de cierto que no se acerca con las debidas disposiciones.

Pero es que el asunto de la comunión en la mano es más grave. Con el coronavirus se están produciendo muchos abusos en la manera de recibir al Señor por esta vía: se están disparando las profanaciones eucarísticas ante la inacción episcopal. Me consta que en algunos obispados españoles ya se ha dado orden de silenciar los sacrilegios contra la Eucaristía, por la misma técnica tonta empleada con los suicidios: si lo cuentas, aumentarán los casos. Mejor silenciarlo. Pues no estoy de acuerdo. Me columbro que el Enemigo se ha quitado la careta y que el objetivo final de este número creciente de profanaciones no es otra cosa que aquello a lo que hemos aludido reiteradamente desde las pantallas de Hispanidad: la supresión de la Eucaristía, sustituida por la abominación de la desolación, la adoración de la Bestia.

En algunos obispados españoles ya se ha dado la orden de silenciar los sacrilegios contra la Eucaristía, por la misma técnica tonta empleada con los suicidios: si lo cuentas, aumentarán los casos

Mientras tanto, observen el cartel polaco: da que pensar.