Hay dos modos de ver los resultados de Duro Felguera que llegan hasta septiembre, como si hubiera magia en ellos o con el prisma de la ampliación de capital y la reestructuración de la deuda, en julio, que transforma la cuentas entre el segundo y el tercer trimestre. El termómetro está en dos apartados, la tesorería y la deuda, que cruzan el Rubicón, del mismo modo que la entrada en beneficios, otro espejismo sin la adecuada visión.

Es, en fin, el paisaje después de la batalla en el que está embarcada la histórica Duro Felguera tras el draconiano plan exigido por los bancos acreedores, un carpetazo al pasado -al borde del concurso de acreedores- y a la espera del plan de negocio, clave en el futuro. Ese cometido centra ahora todos los esfuerzos de Duro Felguera. La banca no se retirado, según fuentes consultadas por Hispanidad; al contrario, sigue más atenta que antes para que la ingeniería sea creíble.

El benéfico efecto de la inyección de 125,7 millones en la ampliación se observa, como decía en la tesorería y la deuda de la ingeniería que pasan del segundo al tercer trimestre, de 47,8 a 123,1 millones y de 339,9 a 109 millones, respectivamente. Se refleja en el patrimonio, cómo no, que pasa de negativo (-221,7 millones), a positivo (110,2).

El resultado de explotación es el mejor positivo de las cuentas hasta septiembre, frente a la contracción de las ventas y la cartera

Y se traslada también a la entrada en beneficio, de 148,6 millones, un vuelco respecto a las pérdidas anteriores, de 11,5 millones. Un mero efecto contable para una ingeniería que repite el mismo experimento que Abengoa hace dos años. Nada está garantizado en Duro, que depende de sí misma para sobrevivir. Ese es el contexto en el que hay que enmarcar los resultados (en el documento adjunto), positivos, dicho sea, por la evolución que se observa en el negocio.

Más interesante es el resultado bruto de explotación (Ebitda), que sigue en negativo, de 7,9 millones en el último trimestre, pero no tiene nada que ver con los trimestres anteriores, tres veces más negativo (24 millones).

En concreto, durante los primeros tres meses fue de -12,6 y en el segundo (en plena tempestad) de -35,5. Con todo, desde enero, el Ebitda es negativo en 56,1 millones, frente a los positivo de 2,88 millones en el mismo periodo de 2017.

Sobre el Ebitda, Duro Felguera explica lo ya sabido, que se debe a la escasa actividad y a la desviación de costes

No pasa lo mismo, en cambio, con la evolución de la cartera y las ventas, que siguen recortándose en los dos casos, a 898 y 88,2 millones, respectivamente.

Sobre el Ebitda, Duro Felguera explica lo ya sabido, que se debe a la escasa actividad y a la desviación de costes de 30,2 millones en proyectos en energía y petróleo & gas y las provisiones extraordinarias de 12,8 por arbitrajes y deterioros.

Fue la razón por la que perdió la mitad del valor en un día, el viernes 28 de septiembre, aunque la explicación del susto, con el que el precio de la acción quedó anclada en

0,01 euros, está en la lupa exigente de Senén Touza, uno de los fichajes de la banca para salvar el grupo asturiano, como chief reestructuring officer (CRO). Touza se ha convertido en el mejor arreglo de empresas en agonía, al menos desde el punto vista contable.