La ministra Carolina Darias se lió un poquito cuando en una rueda de prensa -miércoles por la tarde- quiso aportar su granito de arena a la lucha contra el machismo ancestral y la sociedad heteropatriarcal, al referirse a “la jornada contra la eliminación de la violencia contra la mujer”. Tranquilos, estamos seguros de que la ministra no estaba solicitando la no eliminación de la violencia contra la mujer.

En cualquier caso, un día después de la repetitiva jornada sobre violencia contra la mujer, servidor ha llegado a la conclusión de que, afortunadamente por un lado y desgraciadamente por el otro, y aunque no con la velocidad deseada, cada día hay menos mujeres feministas y más varones ‘feministos’.

Lo primero, porque la leyenda creada sobre la violencia machista ha alcanzado tales niveles de exageración que ha tocado el sentido del ridículo del sexo femenino. De continuo, escucho a muchas mujeres que dicen aquello de “oiga que no es para tanto” o aquello otro de “oiga vale ya”. Son mujeres con cabeza que nada tiene que ver con las precocinadas entrevistas televisivas de calle, como aquella del propio miércoles, una mujer, ya en la tercera edad, quien aseguraba que el machismo, sufrido por todas las mujeres todo el tiempo, a veces es tan “sibilino” que no te das cuenta de ello. O sea, que incluso, pudiera ser que si la mujer no se da cuenta de la marginación o el acoso del varón… a lo mejor es que el tal acoso o tal marginación no existen.

Al mismo tiempo, con un nivel de necedad rara vez alcanzado en el transcurso de la historia, veo cómo tantos varones se esfuerzan por ser admitidos en el club feminista, y se deshacen en defensa de la mujer maltratada que, según RTVE, ya alcanzan el 50%. ¡Una de cada dos españolas ha sido maltratada!

Y claro, cuando la tele dice tamaña tontuna, es cuando muchas mujeres exclaman: “¡Hasta aquí hemos llegado! Pero también es cuando los varones políticamente correctos (inmensa mayoría, ciertamente) luchan por no quedar como machistas, misóginos o, sencillamente retrógrados.  

Ejemplo, mañana del jueves, Javier Ortega-Smith, de Vox, es entrevistado en el programa matinal de la imparcial Mónica López. Los tres varones, mucho más que la mujer periodista, arremeten contra Ortega en nombre del feminismo y se rasgan las vestiduras por la insensibilidad manifiesta de la ‘ultraderecha’ ante la tragedia de la violencia machista.

Una sensación de ridículo recorría el estudio de RTVE pero los feministos presentes pujaban, como Julio César, por correr presurosos en socorro del vencedor.