El científico chino que el año pasado provocó una polémica mundial al traer al mundo a los primeros bebés genéticamente modificados fue condenado el lunes a tres años de prisión y a una fuerte multa, publica Infobae.

El investigador He Jiankui anunció en noviembre de 2018 el nacimiento de unos gemelos con el ADN modificado para que pudieran resistir al virus del sida que había contraído el padre.

En una rueda de prensa unos días más tarde en Hong Kong dijo sentirse "orgulloso" del resultado de sus investigaciones. Pero el gobierno chino, acusado de laxismo, ordenó la suspensión de sus actividades y abrió una investigación policial contra él.

Este lunes el científico fue condenado por un tribunal de la ciudad de Shenzhen, donde había llevado a cabo sus investigaciones, por "haber realizado ilegalmente la manipulación genética de embriones con fines reproductivos", indicó Xinhua.

Según la agencia oficial de prensa, nacieron un total de tres bebés genéticamente modificados

Cuando estalló el caso, China fue acusada de falta de supervisión. Entonces el país no tenía ninguna ley sobre esta cuestión, solo una reglamentación de 2003 que prohibía la manipulación genética de embriones pero no preveía ninguna pena para los infractores.

Una nueva reglamentación anunciada en febrero aplica multas de 100.000 yuanes por las manipulaciones genéticas. He Jiankui, de 35 años, y los otros dos acusados fueron condenados por ejercicio ilegal de la medicina.

He Jiankui, de 35 años, y los otros dos acusados fueron condenados por ejercicio ilegal de la medicina

"El tribunal consideró que los tres acusados no obtuvieron calificaciones médicas y buscaban fama y lucro", según Xinhua. Ambos "violaron deliberadamente la reglamentación sobre la investigación científica y la gestión de la medicina".

He Jiankui, formado en Stanford (Estados Unidos), explicó haber usado el sistema Crispr-Cas9, las llamadas "tijeras genéticas", que permite sacar y sustituir las partes indeseables del genoma.

Las dos gemelas, llamadas Lulu y Nana (seudónimos), siguen siendo anónimas y se desconoce su paradero.