Consejo de Ministros del martes 20 de abril. Se produce una novedad. Una periodista, Ketty Garat protesta porque el señor ministro de justicia no le responde y se va por los cerros de Úbeda. Moncloa no le hace ni caso. Insiste la plumífera en que esa no era su pregunta. La discrepancia se escucha por el micrófono interno pero, un segundo después, el control de sonido corta a la cagatintas y a otra cosa mariposa. A lo mejor tiene razón Reporteros sin Fronteras: con esto de las ruedas de prensa telemáticas (Moncloa sólo admite 15 emborronatintas de cuerpo presente) la digitalización crece y la libertad de prensa disminuye.

Ya antes de la digitalización, en España no se cumplía, con casi ningún político, aquello de repreguntar. Algo sagrado en Estados Unidos, por ejemplo. Pues bien, ahora, con digitalización, ya ni te explico.

Comienza Marisú Montero la rueda de prensa con su tradicional sección de Propaganda, su especialidad. Esta mujer es una virtuosa del sofisma. Asegura la portavoz del Ejecutivo que Joe Biden, ese que lleva cuatro meses sin llamar a Pedro Sánchez, porque le desprecia olímpicamente… le ha invitado a la Cumbre del Clima (jueves 22 y viernes 23). Naturalmente, en calidad de anfitrión, la Casa Blanca ha invitado a todo el planeta, pero Marisú lo cuenta como si se hubiera volcado en una invitación personal con Pedro Sánchez.

El estilo es el hombre, ellos y ellas.  

Prohibido repreguntar en Moncloa: a más digitalización, menor libertad de prensa

El segundo caradura, no tan jeta como Marisú pero casi, sale a escena. Se trata Juan Carlos Campo titular de Justicia. Nos viene a decir que en Europa le han dicho que la reforma de la justicia que pretendía Sánchez atenta contra los principios de la Unión, pero él convierte la derrota en victoria. Asegura que los periodistas -esos culpables- estamos obsesionados con la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Sin embargo, todo es una pantalla para anunciarnos que el Gobierno pierde y paraliza la renovación unilateral del CGPJ. Pero, para ocultar la derrota introduce el engaño: Campo se ha traído a la mesa del Consejo una renovación mucho más importante: el proyecto de ley de… atención... Eficiencia Organizativa del Servicio Público de Justicia: ¿A que no son capaces de repetirlo tres veces sin mirar?

En este proeycto, Juan Carlos Campo nos informa que caminamos hacia la eficiencia digital: ¡Ay madre!, con co-gobernanza: ¡Ay madre!

La norma es amplia, profusa y profunda, naturalmente, pero él intenta explicárnosla a todos: ya no habrá juzgados sino tribunales de instancia. “No sólo es un cambio de nombre”. Es decir, que es un simple cambio de nombre.

Además, nos habla de ventanillas judiciales en los Tribunales de instancias, ya no juzgados: Democracia interna del poder judicial. Un presidente elegido entre sus pares. División, como ahora. Según Campo esto es más eficaz y más flexible: ¿por qué había de serlo?

Además, nos habla de otra novedad: ‘Oficinas de justicia’ en cada municipio. No en el Partido judicial sino en el municipio. Es decir, más funcionarios. Es decir, que el juzgado tendrá ‘delegación en el ayuntamiento’… que, con un poco de suerte, aprovechará para cobras las multas de tráfico, mismamente, o los impuestos municipales.

Pero ahora viene lo bueno. Para “democratizar” -¡Ay madre!- la justicia, el presidente de sección de cada juzgado exigirá “criterios de unificación” entre los jueces de su sección. El juez seguirá siendo independiente (naturalmente, naturalmente, naturalmente) pero tendrá que explicar ante sus compañeros en qué se ha basado para dictar sus fallos y sentencias. Pobre del juez que se salga de la línea marcada por la asamblea, es decir, por el jefe de sección. Sí, muchacho eres muy libre para sentenciar lo que te venga en gana pero antes de hacerlo recuerda que puedes verte obligado a explicar tus razones. Me pregunto que habrán dicho a esto las asociaciones de jueces.

Marisú reviste la próxima cumbre climática como una invitación personal de Biden a Sánchez. Y olé

Pero lo mejor estaba por llegar: quedaba Ione Belarra, nueva ministra de Asuntos Sociales Y aquí el asunto deja de tener gracia. Porque es la misma ministra que calumnia a la Iglesia, mintiendo como una miserable, cuando habla de pederastia clerical, que no representa, como le han recordado los obispos, ni el 0,2% de los casos. Pero como la niña es un poquito canalla, aún insiste y se permite responder que la Iglesia Católica española desobedece al Papa Francisco. Ella, la intérprete más autorizada de Su Santidad. La ignorancia, en efecto, es muy atrevida.

Nos viene a vender su nueva aportación maravillosa a las personas dependientes. Ya nos hemos referido a ello en Hispanidad. Como todo lo comunista, no son más que buenas ideas que se han vuelto locas. Porque en efecto, la idea motriz de la norma podemita, la de que los ancianos y dependientes están mejor cuidados en su casa que en un asilo, ya lo sabemos todos, campeona, pero resulta que, para hacer esa trasformación, con 730 millones no tienes ni para el primer plato. Además, como doña Ione es de Podemos, no necesita hacer cuentas y pergeña presupuestos, no para el primer año, sino para todo el proyecto con el dinero de un año.

Y luego cuando ejerzan su trabajo los cuidadores, una vez formados, ¿quién y con qué se les pagará? Casi todos los proyectos podemitas tiene ese pequeño inconveniente: son presupuestos para un año pero para una actividad que hay que pagar todos los años. No obstante, ¿qué más le da a Ione? Lo que le importa a nuestra heroína es llevarse el mérito de esta nueva y rutilante transformación social.

Además, dedica dinero público a las personas dependientes porque la familia ya no puede encargarse de sus mayores como ha hecho toda la vida. Hombre y mujer trabajan fuera de casa con salarios mínimos. Y encima el envejecimiento de la sociedad española multiplica el presupuesto necesario para profesionalizar la asistencia a nuestros mayores hasta unos límites inasumibles. En definitiva, señá Belarra: si quiere que a los mayores se les cuide en casa, ayude a la familia natural, la formada por hombre y mujer. Y si quieres que la sociedad se rejuvenezca, ayude a la familia a tener más hijos, con un salario maternal adecuado.

Entre otras cosas porque un profesional para cuidar a tus padres lo cuidará con profesionalidad pero no con cariño. Si conviertes a los hijos del dependiente en profesionales, si les ayudas, tendrán medios para cuidar a sus padres y disminuidos, lo harán mejor que el profesional y, además, lo harán con cariño… que es lo primero que necesita un anciano o un impedido.

Para que lo entiendas, Ione: si te cargas la familia natural, tendrás que crear la familia artificial, que es más cara y más ineficiente.