La italiana Atlantia vive un jueves negro en bolsa, con un desplome en el que se ha llegado a volatilizar un cuarto de su capitalización. El impacto, previsible tras el derrumbe del viaducto Morandi en Génova y el festivo en bolsa de ayer, se ha trasladado también a ACS, la empresa de Florentino Pérez con la que se arregló para comprar la concesionaria española Abertis.

De Atlantia, con Giovanni Castellucci como CEO (en la imagen), depende su filial Autrostrade, concesionaria de la autopista A10 y del viaducto, y contra ella ha cargado el Gobierno italiano reprochandole las carencias en mantenimiento. El viceprimer ministro de Italia, Luigi Di Maio, ha sido bastante claro al respecto al decir que el desastre tendrá consecuencias para los accionistas.

El Gobierno italiano se plantea revocar todas las concesiones de autopistas a Autostrade (más de 3.000 kilómetros)   

Di Maio no se ha quedado ahí: ha atacado también al principal accionista de Atlantia, la familia Benetton, responsable de que no aparezca su nombre en los periódicos ni se diga toda la verdad sobre lo ocurrido, lo cual es “una vergüenza”, por sus participaciones accionariales en esos medios.

La reacción en bolsa responde, por tanto, no sólo al daño reputacional, sino al coste que pueden tener las indemnizaciones, las multas por el suceso o el aumento de inversiones para el mantenimiento de otras infraestructuras. Di Maio, de hecho, no se ha andado por las ramas al señalar que no hay razones para que el Estado pague ninguna compensación. No sólo ha reaccionado el Gobierno: el accidente se ha convertido en un tema de debate más entre los partidos políticos.

Así las cosas, Atantia ha llegado a caer en bolsa un 26% y ACS, un 5%, corrigiendo el golpe después en torno al 21% y al 2%, respetivamente. En términos de capitalización, la italiana ha llegado a perder 5.000 millones de euros. Ahora vale 15.500 millones.

Emergen las dudas sobre el pacto sobre Abertis por la deuda contraída por Atlantia y ACS 

Más allá de la bolsa, el jueves negro de Atlantia eleva las dudas también sobre el pacto firmado con ACS y su filial germana Hochtief, por el elevado endeudamiento para la española y la italiana, en una operación de 14.000 millones. Atlantia emitió bonos, con vencimiento entre 2021 y 2029, por un importe agregado de 3.200 millones de euros.

Según el viceministro de Transportes, Edoardo Rixi, el Gobierno italiano baraja tres opciones para Autostrade: revocar todas sus concesiones –algo más de 3.000 kilómetros de autopistas- retirar el de la autopista afectada (A10) o imponer una multa. El importe máximo, según el acuerdo de concesión, es de 150 millones, pero a Rixi le parece poco.

Atlantia ya ha reaccionado con un comunicado (en el documento adjunto) en el que se queja, tanto de la posible revocación de la concesión a Autostrade, “sin una argumentación específica previa y en ausencia de comprobación de las causas efectivas de lo sucedido”, como de las compensaciones a las que obligaría esa revocación por el “valor residual” de la concesión.