Jerome Powell, presidente-gobernador de la Reserva Federal, ha cedido a las presiones de Donald Trump y de Mario Draghi y se ha sumado a los fabricantes y aumentadores del océano de liquidez en el que vivimos y que nos aboca a una crisis económica global y permanente: esta en la que se desarrollan nuestras vidas que económicamente puede calificarse como la era de la especulación financiera.

Hemos creado la crisis económica permanente y fomentamos una clase política irresponsable, dedicada a emitir deuda

Se van a cumplir 50 años desde la desaparición del patrón-oro y, desde entonces, los bancos centrales se han dedicado a producir dinero y los políticos a emitir deuda. En justa aplicación de la ley de la oferta y la demanda, que no suele fallar, el océano de liquidez ha devaluado (productos, servicios y salarios) toda la economía mundial mientras los políticos gobiernan gracias a la emisión de deuda, cuyo capital (ya que nos sus menguados intereses, en ocasiones negativos) tendrán que pagarlo la siguiente generación. Todo ciudadano del mundo actual nace con un paquete de deuda bajo el brazo.  

De esta forma, otra más, los Gobiernos asfixian a la sociedad civil, es decir, asfixian a la propiedad privada y, con ello, reduce las libertades individuales.

Nos ahogamos en un océano de liquidez. En los últimos 40 años hemos fabricado más dinero que durante el resto de la historia

Los hechos de ahora mismo, un mojón más en el camino, son que Jeromy Powell, el presidente de la Reserva Federal norteamericana ha cedido a las presiones de Donald Trump, ojo, también a las presiones del desastroso Mario Draghi, y ha reducido un cuarto de punto (banda del 2,25 al 2,50 por otra del 2,00 al 2,25) el precio del dinero. En Europa, los tipos andan en 0 o en negativo y Reino Unido, Japón y, por el momento, China, son meras comparsas de la Reserva Federal y del BCE. Y aunque dejaran de serlo, caminan por la misma senda.

Pero los economistas y los políticos tienen algo en común: les encanta equivocarse, con tal de hacerlo todos juntos, al mismo tiempo y en la misma dirección. Así parece que nunca se equivocan.

El océano de liquidez es la razón por la que las cosas marchan siempre mal y la razón de que nos preguntemos cada mañana qué hemos hecho para cobrar más que nuestros padres y vivir peor que ellos.