El verano, al menos el verano turístico, y el del agobio del calor está a punto de concluir. En agosto, frío en el rostro, enseñaban los campesinos castellanos, una figura clave en la historia de España. Y ha sido otro verano con falta de textil. Podríamos decir que no estamos en tiempos de surgimiento de la indecencia sino de su consolidación. Indecencia que, sobre todo en el vestir femenino, va acompañado de mal gusto impresionante. El resumen podría ser éste: "Si se puede ir desnuda, ¿por qué ir vestida?". Que es lo mismo que dicen los silenciosos británicos sobre los españoles: "¿para qué hablar cuando se puede gritar?". ¿Es esto, lo de la indecencia, el asunto más importante que debe ocuparnos? No, el más importante no, pero resulta muy ilustrativo. Además, la falta de elegancia en una generación no es causa de alguna cosa y consecuencia de otras muchas. Hispanidad redaccion@hispanidad.com