Decíamos en Hispanidad que en 2020, la pequeña Laia fue asesinada presuntamente por su madre. 

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La autopsia que realizaron a la menor reveló que la causa inmediata de la muerte fue un shock por una peritonitis. A ello se añadía un edema craneal. En este sentido, se desveló que el maltrato físico al que fue sometida la menor se produjo días anteriores. Junto a las lesiones en el cuerpo de la niña también se realizó una valoración por parte del servicio de Valoración Toxicológica y de Medio Ambiente que analizó el líquido hallado en el periocardio y que concluyó que era compatible con una sumersión por asfixia en el agua. A su vez, la investigación  probó que a la menor se le suministraron distintas drogas, entre ellas cocaína y cannabis.

Ante estas evidencias, la Policía Nacional finalmente detuvo en la capital aragonesa a la madre y a su pareja por la muerte de su hija de dos años. Solo unos días después de su detención fueron enviados a prisión provisional por la muerte de la pequeña. Ahora, la Audiencia de Zaragoza ha condenado a prisión permanente revisable para ambos.

La pequeña murió tras sufrir innumerables golpes y torturas en su domicilio familiar en la capital aragonesa, por lo que a la condena de la madre como a la de su pareja se añaden las agravantes de alevosía y ensañamiento.

Tal como recoge La Razón, de acuerdo con las pruebas practicadas, el magistrado presidente del jurado aprecia que la niña no sólo fue obligada a ingerir guindillas como castigo, sino que le fueron administradas cocaína, cannabis, paracetamol, antidepresivos e hipnóticos durante, al menos, seis meses previos a la fecha de su fallecimiento.

Además de la condena a prisión permanente revisable, el tribunal condena a los acusados a indemnizar al padre biológico de la menor y a su abuela, así como a los dos hermanos de la niña, a un total de 280.000 euros.