Lo cuenta el predicador de moda, Jacques Philippe, en referencia a la cristianofobia en el mundo actual, todo un signo de nuestro tiempo y que aún puede degenerar más... naturalmente: la cristianofobia puede convertirse en cristofobia. La primera suele ser producto de la izquierda progre, consentida por la derecha progre y tiene tintes masoncetes. La segunda, la cristofobia, es directamente satánica y, aunque nos cueste aceptarlo, no tiene por objeto al cristiano sino directamente a Cristo. La cristofobia satánica tiene como objetivo, en el siglo XXI, a la Eucaristía. Pero despierta más interés la persecución a los cristianos. Es, por decirlo así, más visible. 

Si no luchamos contra la cristianofobia no tendremos la menor oportunidad frente a la cristofobia

Philippe explica así la actual panoplia de ataques a los cristianos: "La persecución puede adoptar modalidades muy diferentes: el martirio sangriento, las restricciones de libertad y discriminaciones sociales de las que son objeto los fieles en algunos lugares, la presentación caricaturesca de la fe cristiana en los 'media', la voluntad de encerrar la religión en una esfera únicamente privada, el desprecio que sufre un joven en su colegio cuando se declara cristiano, las incomprensiones y luchas en el ámbito familiar de quien pretende simplemente seguir su vocación, etc". 

Por tanto, atención a la persecución no violenta. Ejemplo, los progres españoles menos radicalizados no aceptan que en España se persiga a los cristianos. Es más, no lo aceptan muchos católicos. Escuchemos a Philippe: "Hoy (esa persecución) reviste con frecuencia formas muy insidiosas, en particular en occidente, donde no hay una persecución abierta, sino una desconsideración y un rechazo a los valores cristianos". 

Pero, al mismo tiempo, ojo, advierte: "Por supuesto, los cristianos deben estar atentos para no caer en un 'complejo de perseguidos' ni replegarse en una especie de tú ante el mundo moderno". Aquí me quedo.

La Iglesia actual tiene que cuidarse de dos defectos: la incoherencia y la cobardía. Lo demás vendrá por añadidura

Católicos: ya basta de ser unos llorones blanditos. Católicos: más luchar y menos lloriquear, más hablar y menos callar cuando hay que levantar la voz en defensa de Cristo y de su Iglesia. Por supuesto, que los católicos somos la mayoría -al menos, todavía- marginada, ¿Y qué? Eso sólo significa que hay que plantar cara.  

No seamos quejicas: la cristianofobia es un signo de nuestro tiempo, cierto, pero al cristiano de hoy le vale todo menos la autocompasión.

Además, si no luchamos contra la cristianofobia no tendremos la menor oportunidad frente a la cristofobia.

La Iglesia actual, también la jerarquía, tiene que cuidarse de dos defectos: la incoherencia y la cobardía. Lo demás vendrá por añadidura.