Estos son tiempos extraordinarios así que no debemos extrañarnos de que la Providencia haya permitido hechos sobrenaturales extraordinarios. En concreto, que se hayan multiplicado las apariciones de la Madre de Dios

Antes de que la frase, como ocurre con toda reiteración obsesiva, deje de significar algo, habrá que repetir que esta no es una era de cambios sino un cambio de era.  

Aplicada la frase a lo único que creo que se debería aplicar, a lo que Jorge Fernández Díaz llama la teología de la historia, significa que, ante la degeneración de la humanidad, Dios podría volver a intervenir en la historia de forma más directa. Para que lo entendamos, con palabras del propio Jesucristo: "Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra".  

Y entonces es cuando les aconsejo vivamenteEl tiempo de María,obra del precitado exministro de Mariano Rajoy, Jorge Fernández, quien ha escrito una verdadera enciclopedia de las apariciones marianas en la era moderna, en los cinco continentes. 

Sí, porque resulta que en época de sombras como la actual, el instrumento de salvación de la humanidad, el más eficaz, es la Madre de Dios. Esperemos que, tal como van las cosas, no sea el último instrumento. 

Y Fernández ha ido justamente ahí: a demostrar que estamos hablando de revelaciones personales pero no por ello menos auténticas.

Y por eso, también, si hay alguna actividad peligrosa entre los católicos practicantes del siglo XXI, esta es la de censurar a la Madre de Dios, la de poner sordina, a veces incluso negar taxativamente, los hechos extraordinarios, de los que Santa María es protagonista. 

El siglo XX, y creo que el XXI también, constituye el tiempo de María. Las apariciones privadas se han multiplicado y la Madre, siempre oculta, allá al fondo, ha pasado a un primer plano ante la dramática situación de los hombres, sus hijos. ¿Por qué se multiplican las apariciones de María en la era actual? Pues porque necesitamos a la Madre. Son tiempos peligrosos.

Y en estas viene Fernández y nos ofrece una verdadera Enciclopedia de Nuestra Señora. Es un librazo pero no es un librito, se aproxima a las 600 páginas, y nunca he visto un dechado de erudición como este sobre apariciones extraordinarias, una aportación de datos tan rigurosa y unos razonamientos tan profundos.

El autor ha acuñado el concepto de "teología de la historia", que podríamos definir de la siguiente guisa: las cosas no pasan porque sí". Las apariciones marianas y las revelaciones privadas se han multiplicado porque necesitaban multiplicarse, porque como recordaría San Juan Pablo II, todos somos de María (Totus Tuus) y en ella nos refugiamos cuando llega la tormenta.

Así es, pero cuando surge lo extraordinario suele llegar acompañado de muchos seres ordinarios que lo manipulan todo. Cierto, las grandes aberraciones siempre se cometen al lado del altar y junto a los videntes, u oyentes, suelen aparecer los falsos videntes, del tipo estafador o del tipo iluminado, comúnmente conocido como majadero. Natural: el trigo crece entre paja y la rosa entre espinas. Y en tiempos de la Blasfemia contra el Espíritu Santo, lo peor no se conforma con enfrentarse a lo mejor: pretende sustituirlo. 

Para los amantes de lo prohibido -no digo que sean muchos, tan sólo un 90% de la población española- les recomiendo que se recreen con la erudición que despliega Jorge Fernández, en relación al tercer secreto de Fátima y, de menos a más, en las apariciones de la Virgen a Sor Lucía, en Coimbra, Tuy, etc., lejos de Cova de Iría y muchos años después de la muerte de Jacinta y Francisco. A lo mejor se sorprenden, o incluso se asombran. Con decirles que hasta yo he entendido el Tercer Secreto… o al menos lo que sabemos de él.

En resumen: ¿Jorge Fernández cree en las apariciones marianas y que este es el tiempo de María (y España la tierra de María)? Por supuesto que sí, pero es que, además, documenta las apariciones. ¿Contradice a la jerarquía eclesiástica? En ningún momento, pero, ojo, tampoco cae en la censura a Santa María. 

Como ministro le doy un aprobado ramplón pero como articulista y como ensayista, matrícula de honor.