Sisebuta con su empeño en ser dueña del hogar con especial dedicación quiere a su esposo modelar
Ahora bien, las feministas clásicas se espantan ante la transexualidad (mitad estupidez, mitad salvajada) pero habrá que recordarles que la transexualidad no es sino una consecuencia lógica del feminismo, enemigo jurado de la feminidad, que ha apoyado el lesbianismo y que ahora se topa con algo más grave: la aberración de re-crear al hombre, con hormonas y bisturí.
Ese feminismo que promocionó la guerra de sexos, una mitad de la humanidad contra la otra media, en la más absurda batalla que vieron los tiempos, ese concepto que todas ellas, las clásicas y las aún más majaderas, estilo Irene Montero, continúan reivindicando... consistente en que los dos sexos, hechos para la cooperación, llamados a colaborar fisiológica, psicológica y moralmente, deben andar a guantazo limpio.
Para entendernos, Sisebuta era un personaje simpático y, además, obedecía al hecho real de la feminidad, siempre ansiosa de mando pero, ojo, en su universo más próximo.
¿Autodeterminación de sexos? Que no nacemos, que somos nacidos
Simpática aún cuando caía en el peligro que mostraba la máxima de Clive Lewis: "Es una mujer que se desvive por los demás. Siempre puedes distinguir a 'los demás' por su expresión de acosados". Actitud que revela el genio femenino, porque la mujer sabe que el poder en lo próximo resulta mucho más satisfactorio y más útil para el bien común que el poder político, económico o cultural... que consiste en la capacidad de infligir daño a los demás, al conjunto de la sociedad. El poder social es, además, un poder vacío de contenido en el que no se disfruta de lo creado sino, acaso, de lo destruido.
Por eso, porque las mujeres son inteligentes, pretenden mandar en lo próximo. El hombre, por el contrario, en lo lejano. Por eso, decíamos ayer, el hombre construye el mundo pero la mujer lo humaniza. Pero, no necesito explicarlo, el feminismo actual considera que las anteriores reflexiones sólo puede hacerlas un varón representante del heterosexualismo patriarca. Pero de esto no soy yo el culpable.
Ahora bien, el llamado empoderamiento femenino, las sisebutas de hoy, luchan por el poder a lo masculino -hay que ser idiotas- según aquello que me comentaba un periodista ya retirado, que pasa por ser uno de los progresistas-feministas sin tacha, al contemplar las tontunas feministas de unas compañeras:
-¿A éstas quién les ha engañado?
A las feministas, a las clásicas y a las feministas trans, la cosa se les ha ido de las manos y ahora han entrado en guerra civil. Pero que conste que las culpables fueron las clásicas, hoy consideradas el mal menor, que declararon la estúpida guerra de sexos, que es guerra a la humanidad y que ha dejado muchas mujeres, no todas, afortunadamente, verdaderamente degeneradas: recuerden que la degeneración no es otra cosa que la rebelión contra la propia naturaleza.
Ejemplo: la autodeterminación de sexos, porque no nacemos, somos nacidos. El hombre -varón o mujer- es un ser creado al que nadie le pidió permiso para nacer, ni para nacer hombre o mujer, alto o bajo, guapo o feo, listo o tonto, negro o blanco, español o francés. Simplemente nos nacieron. Por eso, la autodeterminación de sexo es una gloriosa estupidez.
Y bien agradecidos deberíamos estar por haber venido a este mundo y en las condiciones que nos han sido dadas.