Vivimos estos días en Roma una historia de falsa humildad, con motivo del entierro del Papa Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor. 

Al parecer, allá en Roma, sólo ponen la cámara de TV delante de aquellos que hablan de la 'humildad' de Francisco. y por sus expresiones me temo que la mayoría de estos corresponsales improvisados confunden al humilde con el humildico... y no estoy diciendo que Francisco fuera humildico. 

Estos enaltecedores de la humildad del Papa fallecido sirven de 'cola' a las crónicas de muchos periodistas e intérpretes agnósticos que no creen en Dios pero sí en Francisco.

Unos y otros exaltan la humildad de Francisco con razones menores, que poco tienen que ver con la virtud de la humildad. En tal caso, con la modestia. 

Ejemplo: Francisco quiso ser enterrado con "un solo ataúd". La verdad es que ningún Papa ha sido enterrado con tres ataúdes sino en un solo ataúd con tres 'forrajes', producto de una tradición que resultaría prolijo glosar ahora.

Féretro francisco

O el detalle, al parecer definitivo, de humildad del Papa fallecido: quiso que en su tumba sólo figurara el nombre de Francisco. Hombre también en la tumba de Juan Pablo II figura sólo su nombre, con el 'sanctus' delante, como es preceptivo en los canonizados y con el ordinal. Igualito que Francisco aunque éste sin ordinal. 

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Y ahora que lo pienso, a ver si estamos ante una muestra de autoalabanza y no de humildad, por aquello de que Francisco sólo hay uno y no necesitaba ordinales. 

Bueno, sí, pero San Juan Pablo II está enterrado en el Vaticano y Francisco en Santa María la Mayor. Es decir, uno está enterrado en una de las cuatro grandes basílicas de Roma y el otro... en otra gran basílica de Roma. 

Y si hablamos de entierros solemnes, el menos solemne de los últimos entierros y funerales papales, mucho menos solemne que el de Francisco, fue el de Benedicto XVI, precisamente el que intervino el Papa ahora enterrado, y la homilía de Francisco en su funeral no fue precisamente el mejor de sus textos: sonó un poquito frío. 

La humildad es la virtud más importante para un cristiano. No es el momento para tratados de teología, ciencia en la que ando un poco romo, pero podemos definir la soberbia, el mayor de todos los defectos, que muere cuando ya llevamos 24 horas enterrados, como la concentración en uno mismo. Pero eso no tiene que reflejar ni vanidad, que es una soberbia menor, ni altanería, que es una bobada menor. 

Al soberbio se le descubre enseguida por dos notas características: la susceptibilidad -concentración en uno mismo del ¿cómo se atreven a considerarme en tan poco?- y el resentimiento: ¿cómo se atreven a tratarme así? Me las pagará. 

Es posible que Francisco fuera una persona humilde, pero no por el tamaño de su tumba ni por haber elegido un nombre sin ordinal y, mucho menos, y me temo que eso es lo que late en el fondo de muchos, los que le califican como el Papa humilde por su lenguaje... que resulta un tanto ambiguo en cuestiones doctrinales, justo en el terreno en que no puede aceptarse ni un adarme de ambigüedad.