La salvación de España no pasa por la caída de Sánchez sino por la conversión de los españoles
La salvación de España no pasa por la caída de Sánchez, aunque tal acontecimiento no ‘desayudaría’ sino por la conversión de los españoles, que no tienen a Cristo como referencia de sus vidas. El Sanchismo no es sino un apéndice, mera consecuencia, no causa, de la degradación del país. Y lo digo yo que considero, insisto, que quién consiga la caída de este personaje le estará haciendo un buen servicio al país.
En la misma línea, rezar el Santo Rosario por la salvación de España es lo menos, y lo mejor, que se puede hacer en esta “Tierra de María”, pero hacerlo, no por amor a Dios, sino para conseguir que la Madre de Dios expulse a Sánchez de Moncloa... es confundir la gimnasia con la magnesia.
El rezo del Rosario en la calle Ferraz es algo estupendo, pero el hecho de que haya surgido sobre un hecho político -la amnistía de Sánchez a los chulos del Procés- no significa que esa grandísima arma del cristiano, el Rosario, sea una cuestión política. Recuerden que al Padre Eterno jamás permite que le utilicemos como medio.
El enemigo de Dios no es Satanás: el adversario de Dios es la nada, la desesperación. Por contra, nuestra esperanza no es remota: la tenemos al alcance de la mano. De hecho, en cuanto el hombre le llama, Dios siempre responde, de inmediato
De hecho, Pedro Sánchez no es más que un pobre ególatra que no necesitaba vender su alma al diablo porque la adoración que se brinda a sí mismo es la marca del infierno. No debería enfadarnos sino darnos lástima. Sí, ya comprendo que don Pedro toca las narices de forma cotidiana y los tocadores de narices no despiertan una especial conmiseración en el pueblo soberano. Pero, créanme, no confundamos las cosas: la actual España desacralizada y, por tanto degenerada, no se arregla echando a Sánchez, entre otras cosas porque si la alternativa es Núñez Feijóo... ¡apaga y vámonos! No, la salvación de España pasa por la recristianización de los españoles, de cada uno, de los que sean, dado que albergo pocas esperanzas de que abarque a todos. Recuerden que un pesimista es un optimista bien informado.
En lo que sí estoy de acuerdo es en que hemos llegado a un punto histórico crucial, no porque lo haya anunciado ningún profeta, que también: ‘en pleno siglo XXI’ existen profetas verdaderos... y falsos, tan sólo diez veces más los segundos que los primeros. Además, lo afirma el propio Papa Francisco, cuando recuerda que no estamos en una era de cambios sino en un cambio de era. Y lo más importante para concluir que vivimos en un tiempo decisivo: leo los diarios todos los días, así como las redes sociales, el mejor periodismo del momento, y porque basta con observar la actualidad para concluir que ha llegado el momento de elegir... entre Cristo y la nada.
Pedro Sánchez no es más que un pobre ególatra que no necesitaba vender su alma al diablo porque la adoración que se brinda a sí mismo es la marca del infierno. No debería enfadarnos, sino darnos lástima
Sí, el enemigo de Dios no es Satanás, otra ‘mera’ creación del Sumo Hacedor, al igual que usted o yo. Para el hombre, para todo hombre, para usted y para mí, el adversario de Dios es la nada, la desesperación y nuestra esperanza no es remota: la tenemos al alcance de la mano. Dios siempre responde es cuanto el hombre le llama.
Y todo lo anterior, tan profundo, no puede ocultar que, cuando jubilemos a Pedro Sánchez, yo brindaré con un buen vino español. Eso no lo duden pero, por favor, que no salga de la provincia.