Una sociedad hipersexualizada, con los cerebros rebosantes de semen, es una sociedad poco romántica y generalmente tristona. Fue el gran Chesterton quien recordó que “la pureza es el único ambiente en el que es posible la pasión”. Sí, la pasión romántica, que sólo puede captar el corazón que aspira a la eternidad, a algo más que el sexo del instinto animal, la pasión que vive el presente y que, por tanto, es eterna. Sólo el presente está vivo, porque el pasado ha muerto y el futuro no existe. Sí, la pasión sólo florece en la pureza, que exige abstinencia. La novela románica sólo aspira a eso: a la eternidad.

El porqué de la fidelidad: si algo es lo bastante grande para que los ricos lo codicien es también lo suficientemente grande para que los pobres lo defiendan

La tristeza actual tiene mucho que ver con el hecho de que el romanticismo es imposible cuando el amor se inicia en el tálamo, en lugar de terminar en él. El romanticismo no admite la vulgaridad porque aspira a la felicidad.

Además de vivir de la pureza, el romanticismo lleva a la fidelidad en el amor erótico. Ahí radica el porqué de la fidelidad en la pareja: si algo es lo bastante grande para que los ricos lo codicien es también lo suficientemente grande para que los pobres lo defiendan. Esto también es de Chesterton, pero rapto la idea de la política para traerla al mundo de los sexos, de los dos únicos sexos existentes. No hay romanticismo en un amor que no es para siempre, para toda la vida, para un amor que no viva del oído aún más que de la vista.

¿Y en cuanto al sexo propiamente dicho? El sexo es demasiado importante como para tomarlo a la ligera. Con humor siempre, con frivolidad jamás.

Y el sexo es demasiado importante como para tomarlo a la ligera. Con humor siempre, con frivolidad jamás

No es mal consejo para el hombre del siglo XXI: que recupere la pasión.

En cualquier caso, pueden creerme: la pureza es el único ambiente en el que es posible la pasión.